
Con las listas cerradas y el calendario electoral apurado, la oposición activó un escenario parlamentario de alta tensión: este miércoles a las 12 se pondrá en marcha una sesión especial en Diputados con un objetivo claro y cargado de definiciones urgentes.Es una maniobra técnica; una declaración de fuerza institucional frente a un Ejecutivo que busca imponer su agenda sin rendir cuentas.
El temario es directo y ambicioso. En juego están los vetos presidenciales a tres leyes votadas por amplia mayoría: el aumento del 7,2% para jubilaciones, la prórroga de la moratoria previsional y la ley de emergencia en discapacidad, además de la declaración de emergencia por la catástrofe en Bahía Blanca. También se incorporan los proyectos de los gobernadores sobre coparticipación automática de ATN y del impuesto a los combustibles —en nombre de una Argentina federal cansada de subsidios discrecionales— y la restauración de la comisión investigadora del caso cripto $LIBRA, con el que un escándalo judicial vuelve al centro político. Todo fue presentado con la firma de 35 diputados de los principales bloques opositores: Unión por la Patria, Encuentro Federal, Democracia para Siempre, la Coalición Cívica y el Frente de Izquierda, superando ampliamente el quórum necesario.
La oposición tiene dos tiros para impactar. Si logra los dos tercios necesarios en Diputados —cifra posible aunque ajustada— los vetos quedarán anulados sin necesidad de pasar por el Senado. Si no, al menos habrá jugado fuerte en la pulseada institucional que el gobierno está determinado a sostener. También esperan arrastrar parte del PRO y legisladores provinciales cansados del ajuste o el maltrato: algunos incluso ya anticiparon que no acompañarán el veto jubilatorio.
La elección del momento no es casual. Se busca capitalizar el cierre de listas: muchos gobernadores aliados al oficialismo quedaron heridos en la negociación electoral, y la oposición sabe que ahí puede ganar aliados o, por lo menos, neutralizar bloqueos. Sumándole la movilización externa —desde los reclamos de las familias por discapacidad hasta el respaldo público de figuras como Gustavo Santaolalla— se construye un escenario que ya no es solo interno.
Del otro lado, el gobierno se preparó. En Olivos organizó una cena donde reunió a diputados de La Libertad Avanza, el PRO e incluso “radicales con peluca” para asegurar el bloqueo de los vetos. Fue un intento de recomponer una épica legislativa que en pasadas sesiones sufrió derrotas simbólicas: emergencia pediátrica, financiamiento universitario, media sanción de la Garrahan, entre otros pasos que exhibieron la pérdida de control del Ejecutivo en el recinto.
Con todo lo puesto sobre la mesa, esta sesión no será rutina. Es la primera gran prueba de fuego desde que las listas quedaron prendidas al cronómetro electoral. Si la oposición logra sostener el quórum y revertir siquiera uno de los vetos, el Congreso volverá a mostrarse como contrapeso real. Si no, Milei dará una bofetada institucional: queda claro que tiene todavía margen para disciplinar desde el Ejecutivo.