07/10/2025 - Edición Nº973

Internacionales

Nueva era

¿Quién es el 'Capitán' Lara y por qué es clave en Bolivia?

19/08/2025 | El candidato recorrió 220 municipios a bajo costo y sumó a un expolicía viral como su vicepresidente, camino al balotaje de octubre.



La contienda presidencial en Bolivia ha dado un giro inesperado con la irrupción de Rodrigo Paz, candidato del Partido Demócrata Cristiano, quien logró pasar a la segunda vuelta tras encabezar una campaña marcada por la austeridad y la cercanía con la gente. En lugar de apostar por la publicidad digital y los grandes actos de masas, su estrategia se basó en recorrer el país de pueblo en pueblo, sumando apoyo en regiones históricamente olvidadas por la política tradicional.

Durante meses, Paz viajó más de 220 municipios en autobús, camionetas alquiladas e incluso transporte público, acumulando más de 230.000 kilómetros en carretera. Mientras sus rivales gastaban millones en propaganda digital, él apenas destinó 30 dólares a redes sociales, concentrando sus recursos en el contacto directo. Esa apuesta por la proximidad le permitió consolidar una narrativa de autenticidad y sencillez que conectó con un electorado desencantado de los discursos grandilocuentes.

Un vicepresidente atípico

La sorpresa de la fórmula llegó con la elección de Edman “Capitán” Lara, un expolicía que saltó a la fama en las redes sociales por sus denuncias contra la corrupción dentro de la institución policial. Con un estilo frontal y lenguaje sencillo, Lara se convirtió en figura viral en TikTok e Instagram, donde miles de seguidores lo identifican como una voz que habla sin filtros de los abusos y excesos del poder. Su presencia en la campaña aportó un componente mediático que complementó la estrategia presencial de Paz.

El dúo entre Paz y Lara ha resultado atractivo por combinar la imagen institucional del senador con la frescura digital del expolicía. Mientras uno encarna la tradición política y la gestión pública, el otro simboliza el quiebre con las viejas estructuras, representando un puente entre el hartazgo ciudadano y la posibilidad de un cambio real. La fórmula encarna así una alianza inesperada entre la política clásica y la cultura viral.

Un país cansado del MAS

El avance de Paz también se explica en el desgaste del Movimiento al Socialismo (MAS), que gobernó Bolivia durante más de dos décadas. Tras la caída en popularidad de Evo Morales y las divisiones internas en el partido, gran parte del electorado buscó alternativas más allá de las opciones tradicionales. En este escenario, la cercanía y el estilo directo de Paz representaron un contraste frente a los discursos ideológicos del oficialismo.

Además, su programa propone el plan “50-50”, que busca redistribuir el gasto público entre el gobierno central y las regiones, una medida que ha despertado simpatía entre alcaldes y líderes locales. La promesa de utilizar tecnologías como blockchain para combatir la corrupción refuerza la narrativa de modernización y control institucional, alejándose de los viejos mecanismos opacos de gestión pública.

El desafío frente a Quiroga

En la segunda vuelta del 19 de octubre, Paz se enfrentará a Jorge “Tuto” Quiroga, expresidente y figura consolidada de la derecha boliviana. El choque electoral refleja una pugna entre dos modelos de liderazgo: el de un outsider que capitalizó el voto del desencanto ciudadano y el de un político de trayectoria que representa la continuidad de la derecha tradicional.

Para Paz, el reto será ampliar su base más allá de los sectores rurales y populares que ya conquistó, y demostrar que su campaña austera puede convertirse en un proyecto de gobierno viable. La figura del “Capitán” Lara le ofrece una ventaja en el terreno mediático, pero también abre interrogantes sobre su capacidad de gestión en un escenario político marcado por la polarización.

Un nuevo camino 

La dupla Paz-Lara encarna una apuesta por la renovación en un país acostumbrado a la hegemonía del MAS y a la presencia de liderazgos tradicionales. Su fuerza radica en la combinación entre cercanía y viralidad, pero el desafío real estará en traducir ese capital político en gobernabilidad y estabilidad. La probabilidad de que logren imponerse en el balotaje es alta, pero no garantiza necesariamente un gobierno libre de tensiones.

En caso de triunfo, Bolivia podría entrar en una nueva etapa de reformas institucionales y redistribución del poder territorial, aunque el camino no estará exento de resistencias internas y presiones externas. La elección de octubre se perfila así como un momento decisivo para definir si el país abre paso a una nueva era política o si regresa al camino de las viejas élites tradicionales.