23/08/2025 - Edición Nº928

Internacionales

El encierro papal que cambió la historia

Pío XI y Mussolini: el pacto que redefinió al Vaticano

22/08/2025 | Durante casi 60 años los papas se negaron a salir del Vaticano. En 1929, un pacto con Italia terminó el conflicto y dio origen al Estado más pequeño del mundo.



En 1870, cuando las tropas del Reino de Italia derribaron las murallas de Roma y ocuparon los últimos territorios papales, el papa Pío IX se negó a aceptar la derrota. Encerrado en el Vaticano, proclamó que nunca reconocería la legitimidad del nuevo Estado italiano. Desde entonces, él y sus sucesores se autodenominaron “prisioneros en el Vaticano”, reclusos voluntarios dentro de un palacio rodeado de jardines y capillas, pero aislados del mundo exterior.

Aquella resistencia inauguró la llamada “Cuestión Romana”, un conflicto diplomático que se prolongó casi seis décadas. Italia intentó resolverlo en 1871 con la Ley de Garantías, que otorgaba inmunidad y privilegios al pontífice, pero la Iglesia lo rechazó tajantemente: aceptar hubiese significado reconocer la pérdida de los Estados Pontificios, extensos territorios que desde la Edad Media habían hecho del papa un verdadero soberano temporal.


La Plaza de San Pedro hacia 1870.

La tensión marcó toda una época: los papas se negaban a salir al exterior, las relaciones diplomáticas quedaban bloqueadas y Roma vivía con un Estado dentro del Estado, pero sin reglas claras.

El desenlace llegó recién el 11 de febrero de 1929, cuando por el cardenal Pietro Gasparri, en nombre del el papa Pío XI, y Benito Mussolini firmaron los Pactos de Letrán. Con ellos, Italia reconocía la plena soberanía del Vaticano sobre un reducido territorio de 44 hectáreas en el corazón de Roma, que desde entonces se convirtió en el Estado más pequeño del mundo. A cambio, la Iglesia reconocía al Reino de Italia y se pactaban cuestiones clave como la enseñanza religiosa en las escuelas, el matrimonio canónico y compensaciones económicas por la pérdida de sus antiguos dominios.

Más allá del tamaño, el acuerdo le devolvió al papado un lugar de peso en la escena internacional: el Vaticano adquirió estatus diplomático, moneda propia, un ejército ceremonial y la capacidad de firmar tratados. El papa dejaba de ser un “prisionero” para convertirse en jefe de Estado y líder espiritual a la vez, una figura única en la política mundial.


Evolución territorial del Vaticano (1870-1929).

Los Pactos de Letrán no solo cerraron un largo capítulo de disputas entre Iglesia y Estado, sino que también sentaron las bases de la relación entre religión y política en Italia, con huellas que aún se perciben hoy.