
El club de la pelea, la icónica película de 1999 dirigida por David Fincher, es hoy un clásico de culto, pero su estreno no fue precisamente un éxito rotundo. Protagonizada por Brad Pitt y Edward Norton, la cinta enfrentó reacciones mixtas y un marketing que, según su guionista Jim Uhls, no supo captar su esencia provocadora.
La expectativa y la incertidumbre rodearon su lanzamiento, con el equipo creativo, incluido Fincher, espiando en salas de Los Ángeles para medir la respuesta del público. Sin embargo, una de las anécdotas más memorables de esta etapa involucra a Pitt y Norton, quienes decidieron enfrentar la premiere mundial en el Festival de Cine de Venecia de una manera poco convencional.
En una entrevista en el podcast WTF with Marc Maron, Brad Pitt, quien para entonces ya era una estrella en ascenso, compartió una historia hilarante sobre aquel estreno. “Por alguna razón, pensamos que sería una buena idea fumar un porro antes”, confesó Pitt, refiriéndose a él y a Edward Norton, quienes asistieron a la proyección en un estado alterado. Sentados junto al director del festival, los actores esperaban que las líneas provocadoras de la película conectaran con la audiencia, pero se encontraron con un silencio sepulcral. Lejos de desanimarse, Pitt y Norton encontraron el rechazo del público cada vez más cómico, que terminaron riéndose de sus propios chistes.
La situación alcanzó un punto álgido cuando una línea particularmente subida de tono, pronunciada por el personaje de Helena Bonham Carter, provocó que el director del festival abandonara la sala visiblemente incómodo. “Éramos los idiotas en la parte de atrás riéndonos de nuestros propios chistes. Los únicos que se reían”, recordó Pitt con humor.
A pesar de la recepción inicial tibia, El club de la pelea se convirtió con el tiempo en un fenómeno cultural, aunque en su momento dejó a Pitt y al equipo preguntándose qué habían hecho mal. “Terminó la película, las luces se encendieron, miré a la gente”, relató Pitt, describiendo cómo los espectadores se levantaban en silencio y abandonaban la sala. Su reacción inmediata fue de desconcierto: “Miré a Fincher y pensé, ‘Dios mío, ¿qué demonios hicimos? ¿Qué pasó?’ Yo pensé que esto era genial”. La película, que inicialmente no tuvo éxito en taquilla ni en premios, encontró su lugar gracias a los fans que la redescubrieron con el tiempo.