23/08/2025 - Edición Nº928

Internacionales

Inversión extranjera

México desafía las expectativas y redefine su atractivo para inversores

22/08/2025 | El país se afianza como destino clave del nearshoring y consolida su papel en América Latina, aunque enfrenta retos internos de seguridad y regulación.



México atraviesa un momento singular en el escenario económico internacional. A pesar de la inestabilidad política interna y de las tensiones globales, el país ha logrado consolidarse como un polo atractivo para la inversión extranjera. El fenómeno no es nuevo, pero en los últimos meses ha adquirido una dimensión que sorprende incluso a los analistas más cautelosos, quienes subrayan que el flujo de capitales no solo se mantiene, sino que crece con fuerza.

Uno de los factores determinantes ha sido el nearshoring, tendencia que impulsa la relocalización de cadenas de suministro hacia destinos más cercanos al mercado estadounidense. En este sentido, México ha encontrado una oportunidad estratégica para reposicionarse en el mapa global, ofreciendo cercanía geográfica, mano de obra calificada y una red de tratados comerciales que le otorgan ventajas frente a otros países de la región.

Sectores estratégicos en auge

Las inversiones se concentran especialmente en el sector automotriz y tecnológico, donde grandes empresas buscan instalar nuevas plantas o expandir las existentes. La industria de la manufactura avanzada también ha experimentado un crecimiento sostenido, generando expectativas de miles de empleos en diversas regiones del país. A esto se suma el interés en el sector energético, clave para la seguridad industrial y el abastecimiento internacional.

La apuesta de los capitales extranjeros no es casual. Expertos destacan que México ofrece una combinación difícil de replicar: cercanía a Estados Unidos, costos competitivos y capacidad para adaptarse a las nuevas exigencias de producción global. Este coctel de factores ha permitido que el país supere a economías vecinas en la captación de inversión directa.

Comparación regional y desafíos

En contraste con otras naciones latinoamericanas que atraviesan escenarios políticos más estables, México ha logrado captar más recursos internacionales. Países como Chile o Colombia, a pesar de mostrar marcos regulatorios sólidos, no han tenido la misma capacidad de atracción. Esta paradoja se explica por la ubicación estratégica mexicana y el peso de su economía, la segunda más grande de la región.

Sin embargo, los riesgos persisten. La inseguridad pública y los cambios regulatorios en sectores sensibles generan incertidumbre. Inversionistas internacionales advierten que, si bien México ofrece ventajas competitivas, será necesario garantizar un entorno más predecible para mantener el flujo sostenido de capitales en el mediano plazo.

El reto de la inclusión económica

Otro punto de debate es cómo lograr que la llegada de inversión extranjera se traduzca en beneficios reales para la población. Los analistas señalan que, si no se acompañan estas inversiones con políticas de desarrollo regional y formación de capital humano, existe el riesgo de que la riqueza se concentre en pocas zonas del país.

El desafío, entonces, es garantizar empleos de calidad, impulsar la transferencia tecnológica y promover una integración equilibrada entre las empresas extranjeras y los proveedores locales. Solo así México podrá transformar este crecimiento en un desarrollo más amplio e inclusivo.


Monterrey. 

Una gran posibilidad 

El panorama muestra una dualidad clara: por un lado, México emerge como uno de los grandes ganadores del reacomodo global de las cadenas productivas; por el otro, enfrenta fragilidades internas que podrían limitar el alcance de estos logros. La apuesta por consolidar la inversión extranjera exige, por tanto, fortalecer las instituciones y garantizar condiciones de seguridad y estabilidad.

A mediano plazo, la pregunta clave será si el país logra convertir este flujo de capital en una verdadera palanca de desarrollo. El potencial es indudable, pero la sostenibilidad del modelo dependerá de la capacidad del Estado para administrar con eficacia este ciclo de bonanza.