
El PRO vuelve a replegarse en silencio. El estallido por los audios de Diego Spagnuolo, extitular de la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), que admiten supuestas coimas, dejó al Gobierno de Javier Milei golpeado y a sus aliados amarillos en una incómoda posición. Con las elecciones legislativas a la vuelta de la esquina, el temor es que el escándalo erosione todavía más la capacidad de atraer a los indecisos.
La Justicia ya se movió rápido: allanamientos, detenciones y la investigación sobre la presunta trama de corrupción que involucra a la secretaria general de la Presidencia, Karina Milei, y a su hombre de confianza, Eduardo “Lule” Menem. El arresto del empresario Emmanuel Kovalivker, ligado a la droguería Suizo-Argentina, elevó la tensión y sumó presión sobre la Casa Rosada.
En el PRO, sin embargo, la estrategia es clara: no hablar. Dirigentes de primera línea prefieren esperar, convencidos de que el impacto puede diluirse en semanas. Algunos recuerdan con cinismo que “Cristina Kirchner fue reelecta pese a todo su prontuario”, minimizando así los posibles efectos en las urnas. Pero, en los pasillos, reconocen que la polémica puede cristalizar un descontento ciudadano que se siente en las encuestas.
Los audios de Spagnuolo, que datarían de 2024, también rozaron al macrismo: en ellos se menciona a un supuesto exfuncionario de la gestión de Mauricio Macri, aunque en el entorno del expresidente se apuraron a despejar cualquier vínculo. Esa aclaración muestra el nerviosismo interno: en un escenario de polarización extrema, cualquier asociación con la corrupción puede ser letal.
El Congreso tampoco dejó pasar la oportunidad. Desde la oposición, diputados como Esteban Paulón y Oscar Agost Carreño avanzaron con pedidos de informes y la convocatoria a Guillermo Francos para dar explicaciones en Diputados. El oficialismo, en tanto, intenta cerrar filas, aunque las diferencias internas son cada vez más visibles.
El mismo día en que explotó la crisis, la Cámara baja rechazó el veto presidencial a la Ley de Emergencia en Discapacidad, y un nuevo bloque, Coherencia, se abrió de La Libertad Avanza con críticas directas a Karina Milei. La coincidencia temporal alimenta la sensación de que el escándalo Spagnuolo no es un episodio aislado, sino parte de una cadena de tensiones que debilitan al oficialismo.
La figura de Karina Milei emerge como el centro de la tormenta: según un informe de Enter Comunicación, concentró más de 30.000 menciones en redes sociales asociadas a palabras como “corrupción”, “coimas” y “esquema”. Su poder de control en las listas, que parecía una fortaleza, hoy se transforma en un punto de desgaste político.
En ese marco, el PRO observa, calla y espera. El hermetismo es estrategia, pero también síntoma: la alianza con Milei se sostiene en un equilibrio frágil, que cualquier escándalo puede romper. El silencio, lejos de blindar, puede terminar siendo cómplice.