
El bloque de países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, junto con miembros asociados como Egipto, Irán y Emiratos Árabes Unidos) dio un paso significativo en su agenda de desdolarización al presentar el sistema de pagos BRICS Pay en su última cumbre celebrada en Kazán, Rusia. La iniciativa busca crear un mecanismo que permita a los estados miembros realizar transacciones internacionales utilizando sus monedas locales, reduciendo así la dependencia del dólar estadounidense y del sistema de mensajería financiera SWIFT.
El proyecto no es nuevo: fue impulsado desde 2018 y respaldado oficialmente por China en 2024, pero la cumbre de este año marcó su lanzamiento formal como plataforma operativa. BRICS Pay se basa en una arquitectura descentralizada, sin un centro único de control, lo que según sus promotores lo hace más resistente a sanciones e interferencias externas. Cada país mantiene su propio nodo de acceso, garantizando soberanía en la gestión de sus transacciones.
BRICS Pay incluye funciones para transacciones interbancarias, pagos minoristas mediante QR, y mecanismos de compensación digital entre bancos centrales. Según los desarrolladores, puede procesar hasta 20.000 operaciones por segundo y eliminar tasas obligatorias de intermediarios. La idea es que cada país gestione directamente sus operaciones en moneda nacional, reduciendo costos y tiempos de liquidación.
El objetivo central es consolidar un hub financiero multipolar que reduzca la vulnerabilidad de los países emergentes a sanciones impuestas desde Occidente y permita un comercio más equilibrado. Este avance encaja con la estrategia de BRICS de ampliar su influencia en el sistema financiero global y de ofrecer alternativas reales a instituciones dominadas por Estados Unidos y Europa.
Pese al entusiasmo de los gobiernos impulsores, expertos advierten que la implementación de BRICS Pay enfrenta desafíos técnicos y políticos. Coordinar sistemas bancarios de países con marcos regulatorios diferentes, garantizar interoperabilidad y establecer reglas de seguridad cibernética son tareas complejas que podrían retrasar su adopción masiva.
Además, algunos miembros muestran reservas respecto a sustituir mecanismos tradicionales, señalando que los riesgos de inestabilidad podrían ser mayores que los beneficios a corto plazo. En la cumbre de Kazán, varios líderes expresaron apoyo al concepto, pero no hubo unanimidad en cuanto a su velocidad de aplicación.
La creación de BRICS Pay es percibida como parte de la estrategia de construcción de un orden financiero multipolar. Al debilitar el dominio del dólar en las transacciones internacionales, el bloque envía un mensaje político a Washington y Bruselas sobre su intención de reforzar la autonomía económica del Sur Global.
Si logra consolidarse, BRICS Pay podría convertirse en la primera plataforma de alcance global que desafíe de manera efectiva al SWIFT, con el potencial de alterar el equilibrio de poder financiero internacional. Sin embargo, su éxito dependerá de la voluntad política de los estados miembros y de su capacidad para superar los obstáculos técnicos y regulatorios que hoy frenan su expansión.
O BRICS acelera um sistema de pagamentos para reduzir a dependência do dólar. Brasil, Rússia, China, África do Sul e novos membros como Egito e Irã apostam em transações rápidas e baratas. Um golpe na supremacia do dólar? Entenda nesta thread o que é o BRICS Pay! 🧵👇 (1/7) pic.twitter.com/mzorKWnn5b
— Análise Geopolítica (@AnaliseGeopol) August 20, 2025
El lanzamiento de BRICS Pay refleja una tendencia creciente: la búsqueda de independencia financiera frente a Occidente. Aunque aún enfrenta escepticismo y limitaciones prácticas, la iniciativa tiene un fuerte valor simbólico y geopolítico. Representa un intento claro de los BRICS por ganar soberanía económica y construir un sistema alternativo que proteja sus intereses frente a sanciones y presiones externas.
En un escenario global cada vez más fragmentado, BRICS Pay podría ser tanto una herramienta de integración como una fuente de tensiones. Lo cierto es que, incluso en su etapa inicial, ya se ha convertido en un símbolo del cambio de poder hacia un mundo multipolar.