
La provincia de Aceh, en Indonesia, volvió a ser escenario de un castigo que ha generado indignación internacional. Dos hombres fueron condenados a 80 azotes en público tras ser hallados culpables de mantener una relación homosexual, considerada delito bajo la ley islámica local. La escena tuvo lugar el 11 de agosto en el parque Bustanussalatin de Banda Aceh, frente a una multitud que observó y grabó con sus teléfonos celulares.
Las autoridades aplicaron una reducción mínima en la sentencia debido al tiempo que los jóvenes habían permanecido detenidos, por lo que finalmente recibieron 76 latigazos cada uno. Organizaciones de derechos humanos denunciaron el castigo como un acto cruel y discriminatorio, contrario a los compromisos internacionales de Indonesia en materia de libertades individuales.
Aceh es la única provincia de Indonesia que tiene autorización para aplicar la sharía. Allí se castiga con latigazos públicos a quienes cometen actos considerados inmorales, como relaciones homosexuales, sexo fuera del matrimonio, consumo de alcohol, juego ilegal o incumplimiento de normas religiosas. El número de azotes puede llegar a superar los 100 en algunos casos, lo que ha provocado condena constante desde organismos internacionales.
En febrero de este mismo año, dos estudiantes universitarios de 18 y 24 años fueron castigados con 85 y 80 azotes respectivamente, tras ser sorprendidos desnudos en una habitación privada. Estos precedentes confirman un patrón de represión contra la comunidad LGBT en la provincia.
La ONG Amnistía Internacional calificó el episodio como un acto de "crueldad de Estado" y exigió la abolición inmediata de estos castigos. Para la organización, se trata de una violación flagrante a la Convención contra la Tortura de la ONU, de la que Indonesia es firmante. Otras entidades recordaron que el país no criminaliza la homosexualidad a nivel nacional, lo que evidencia la excepcionalidad de Aceh y la contradicción en su sistema legal.
Por su parte, las autoridades locales defendieron el castigo como parte de la defensa de la moral islámica y señalaron que la aplicación de la sharía cuenta con amplio respaldo en la sociedad de Aceh. Para los líderes religiosos, estas medidas son necesarias para "preservar la pureza y disciplina social".
El caso ha reavivado el debate sobre la vigencia de los derechos humanos en países que permiten sistemas legales paralelos. El choque entre la normativa islámica de Aceh y los estándares internacionales coloca a Indonesia en el centro de la controversia diplomática. Mientras tanto, activistas denuncian que la comunidad LGBT en Aceh vive bajo un régimen de miedo permanente, donde la privacidad y la libertad son constantemente vulneradas.
Pareja gay castigada con 80 latigazos en Indonesia por infringir la sharia.
— Guaje Salvaje (@GuajeSalvaje) August 26, 2025
Debe ser la famosa "ultraderecha" medieval de la que alerta la izquierda, que odia a los LGTBI y vulnera sus derechos humanos.
Y a pesar de ello, les abre las puertas de Europa.pic.twitter.com/h1M7LAvH1N
El castigo a estos dos hombres no es un hecho aislado, sino parte de una política sostenida que combina represión moral, violencia institucional y discriminación sistemática. El contraste entre la imagen de Indonesia como una democracia plural y la práctica de castigos medievales en Aceh refleja una tensión interna que pone en entredicho el compromiso del país con los derechos humanos.
La discusión global que surge de este caso plantea un dilema central: ¿hasta qué punto la comunidad internacional puede tolerar que, bajo el amparo de la diversidad cultural o religiosa, se perpetúen violaciones tan flagrantes a la dignidad humana?