04/09/2025 - Edición Nº940

Internacionales

Un país que vive en otro tiempo

Por qué Etiopía celebra el 2017 en pleno 2025

29/08/2025 | El calendario etíope tiene 13 meses y marca un desfase de siete u ocho años respecto del calendario gregoriano.



Mientras gran parte del mundo se prepara para cerrar el año 2025, en Etiopía los relojes marcan 2017. La explicación está en su propio sistema de medición del tiempo, un calendario con raíces milenarias que se aparta del gregoriano -el más extendido a nivel internacional- y que organiza la vida cotidiana de más de 120 millones de personas.

El calendario etíope tiene una característica única: está compuesto por 13 meses. Doce de ellos cuentan con 30 días exactos, mientras que el decimotercero, conocido como Pagumé, suma cinco jornadas en los años comunes y seis en los bisiestos. En total, el año tiene 365 o 366 días, como en Occidente, pero estructurados de forma distinta.

La diferencia de siete u ocho años con respecto al calendario internacional se origina en cálculos históricos sobre el nacimiento de Jesús. La tradición etíope sigue las enseñanzas de la Iglesia Ortodoxa Tewahedo, una de las comunidades cristianas más antiguas del mundo. Según esta tradición, la Anunciación ocurrió ocho años más tarde de lo que la Iglesia católica estableció en la Edad Media. Esa variación explica por qué, cuando para el resto del mundo es 2025, Etiopía todavía transita 2017.


Niñas y mujeres regalan flores amarillas llamadas meskel.
Para entenderlo mejor, basta un ejemplo: mientras en buena parte del planeta el 31 de agosto de 2025 marca el cierre del octavo mes del año, en Etiopía será el 25 de Nehase de 2017, apenas unos días antes de su propio Año Nuevo.

El Año Nuevo, llamado Enkutatash, se celebra cada 11 o 12 de septiembre según el calendario gregoriano. La fecha coincide con el final de la temporada de lluvias y el inicio de la primavera en Etiopía, momento que se asocia con la renovación de la vida y la esperanza. Durante la festividad, niñas y mujeres regalan flores amarillas llamadas meskel, se entonan canciones tradicionales y las familias se reúnen para compartir platos típicos como el injera (un pan de masa fermentada) y guisos especiados.


Un plato típico de la gastronomía de Etiopía y Eritrea, compuesto por injera y varios tipos de wat (estofado).

Más allá de lo festivo, el calendario tiene un peso central en la vida cotidiana. Regula las actividades agrícolas, los feriados religiosos y los eventos sociales. Los documentos oficiales, las escuelas y las transacciones comerciales dentro del país se rigen por este sistema, aunque el calendario gregoriano se usa de manera complementaria en negocios internacionales, turismo y diplomacia.

Etiopía no es el único país con un calendario distinto al gregoriano. China utiliza el calendario lunar para marcar festividades como el Año Nuevo Chino; en países islámicos rige el calendario musulmán basado en fases lunares; y en Israel existe el calendario hebreo, que regula las celebraciones religiosas judías. Sin embargo, Etiopía es uno de los pocos países en el mundo donde un calendario diferente se mantiene como oficial para toda la vida civil.

Lejos de ser una curiosidad, el calendario etíope refleja una identidad cultural profundamente arraigada. En un mundo globalizado, Etiopía mantiene un sistema propio que marca no solo el paso del tiempo, sino también la manera en que su sociedad entiende la historia, organiza su vida y celebra el porvenir.