01/09/2025 - Edición Nº937

Entretenimiento

Nuevo Cine Argentino

“Se creó un producto de la marginalidad hecho por gente que no cruzó General Paz”

29/08/2025 | Jorge Sesán protagonizó Pizza, Birra, Faso y volvió a trabajar con Bruno Stagnaro en El Eternauta, el éxito de Netflix.



De la mano de Pizza, Birra, Faso nació la carrera de dos realizadores que después se convertirían en emblemas de nuestra industria nacional: Israel Adrián Caetano y Bruno Stagnaro. Dos tipos se juntaron a contar cómo era la marginalidad en una época tan dura como los finales de los 90 y crearon una obra maestra protagonizada por Héctor Anglada y Jorge Sesán. Dos, en ese entonces, pibes sin experiencia que le aportaron su dosis de estilo propio a dos personajes memorables de nuestra cultura como el Cordobés y Pablo.

Más de 30 años después, cuesta pensar en producciones que logren reflejar con tanta crudeza pero tan bien de forma tan alejada de los prejuicios la marginalidad. Podemos pensar en Okupas, producción que, casualmente, también lo tiene a Bruno Stagnaro como su ideólogo y en donde también trabajó Jorge Sesán en el rol de Miguel, ese complejo amigo de Ricardo que termina desencadenando, en parte, la tragedia.


Jorge en la presentación de El Eternauta.

Jorge Sesán se crió en Laferrere, desde donde fue descubierto por un integrante del equipo artístico de lo que después sería Pizza, Birra, Faso y de la mano de quien descubrió que tenía un don para el arte. Porque además de ser actor, Jorge también trabajó como utilero y ese empezó a desarrolla como director de arte.

Arranquemos por Pizza, Birra, Faso. Llegaste ahí medio como de casualidad, ¿no? Tengo entendido que estabas laburando como albañil, caíste justo a la casa de alguien que después terminó trabajando en el equipo de arte. ¿Costó que te convencieran? Porque recién me decías que quizás no sos tan relajado delante de la cámara. ¿Costó mucho que te convencieran para hacer esta película?

Sí, la verdad que sí. Sí. Costó mucho que vaya al casting. Una vez que fui al casting y empecé a relacionarme con los directores fue algo que me empezó a entretener y a dar mucha curiosidad y lo encaré, pero sí me costó mucho ir al casting.

-¿Y qué fue lo que te hizo que quisieras ir? 

-El director de arte de la peli estudiaba con mi primo. Y bueno, yo fui a laburar la casa de mi primo y mi primo fue, se borró, digamos, y yo me quedé haciendo una maqueta con él. Y bueno, después pasaron 6 meses y me llama mi primo diciéndome que este amigo de él iba a hacer el arte de una película y quería que yo vaya al casting. Llamó al teléfono a mi vecina porque yo no tenía teléfono y yo le dije a mi primo que no, que no, que nunca había actuado, que no tenía ganas, que no me parecía. Pasaron dos, tres semanas y se apareció mi primo en Laferrere y me dijo, "Jorge, vamos al casting", y yo, "no, no”. Y ahí mi hermano, mi vieja, me dijeron, "Dale, andá, se vino Gustavo hasta acá, acompañalo”, no sé qué. Y bueno, y ahí fui al casting de la peli. Hice un casting, hice dos, hice tres y ahí quedé en la peli y ahí arranqué.

-¿Y con quién conectaste primero o más con Stagnaro o con Caetano?

-Y con Stagnaro siempre tuve mucha más conexión.


Héctor Anglada y Jorge Sesán.

-Cuando te presentan este papel, ¿qué te contaron de tu personaje? ¿Qué fue lo que te interpeló a vos para decir, "Che, está bueno, quiero ser Pablo acá”?

-Mira, a mí lo que me interpeló y lo que me empujó a ser el personaje realmente fue el guión. Lo sentí como cercano a todo un contexto social en el que yo vivía, más allá que también se me hacía un poco más liviano del contexto social en el que yo estaba viviendo porque esto sucedía en Capital y bueno, y yo soy de La Matanza, digamos. Estamos como a otros grados más más arriba todavía ¿viste? Y bueno, y eso fue lo que el guión. A mí me gusta mucho actuar, pero más me gusta hacer cine, digamos. A mí lo que me motiva a actuar son los guiones. No soy un actor que necesita estar actuando por el hecho de, no sé, hay actores que necesitan estar actuando en cualquier lugar, con tal de hacer lo que aman, lo cual está bien también ¿no? Pero bueno, a mí no me pasa por ahí la actuación. 

-Te enamoraste del guión, llegó este personaje, lo construiste, lo pensaron, lo charlaron. ¿Hay algo tuyo en Pablo o algo que quizás de golpe te copiaste vos y te quedaste vos de Pablo? 

-Mira, yo particularmente esa película la hice totalmente inconsciente. Pero sí, cuando llegué, entendí que estaba con personas que sabían lo que estaban haciendo y lo que querían contar. Entonces, esa actuación es más de los directores que mía, digamos. Yo por ahí le puse mi impronta, digamos, mi forma, pero es una actuación de los directores, sin lugar a dudas. 


El Obelisco en Pizza, Birra, Faso.

-Me decías que no la veías hace como 15 años, la volviste a ver hace poco. ¿Qué cambió en vos o qué le viste que le encontraste de diferente a la peli cuando la volviste a ver?

-Y por ahí ahora después del recorrido que uno tiene en el cine la ve con otros ojos por ahí un poco más técnicos y hasta por ahí un poco más prejuicioso que como uno la veía antes. Pero a mí me pasa con la peli que cuando la veo, no sé, me gusta mucho la dinámica que tiene. Ahora entiendo el desafío que fue hacer esa peli también porque bueno, la filmamos en celuloide y teníamos muy poco celuloide y, por ejemplo, la peli está llena de tomas únicas porque íbamos guardando los puchitos para poder hacer otras tomas en otros planos. Y más allá que parece que es una peli así como que se fue, se puso la cámara y se filmó. Es todo lo contrario, es una película que está recontra estudiada de cómo filmarla por los pocos recursos que teníamos. Teníamos una chance o dos cada vez que tirábamos cámara, ¿viste? 

-Está filmada en la calle, imagino que obviamente si el presupuesto era corto para eso, no me quiero imaginar para cortar una calle.

-No, no había.

-Les pasó, digo, de situaciones en las que la gente los viera, sobre todo las circunstancias que son quizás ustedes corriendo porque se acaban de afanar algo o la situación misma metiéndose adentro del taxi en pleno contexto donde los secuestros express eran una moneda corriente…

-Nos comimos muchas puteadas y muchas cosas. No sé, por ejemplo, el atasco que hay en Figueroa Alcorta cuando el Cordobés se baja y mete el tiro. Bueno, nosotros la noche anterior salimos a buscar vallas con una camioneta y por Villa Urquiza, agarramos una valla de Aguas Argentinas, no sé de qué era y al otro día fuimos, la pusimos ahí sin permiso, digamos. Hicimos muchas cosas que hoy en día no se podrían hacer, como patear la puerta del Obelisco y entrar sin permiso también

-¿No cayó en ningún momento la policía?

-Sí, vino la policía.

-¿Y qué les explicaron?

-Que estábamos filmando, pero bueno, como te digo que la película estaba totalmente pensada. Habían llevado unas latas que creo que la habían sacado de la FUC o del ENERC, unas latas vencidas porque sabíamos que iba a venir la policía y que nos iba a llevar el material. Entonces, cuando vino la policía se le entregó las latas vencidas.

-La volviste a ver. ¿Qué relación te quedó con Héctor Anglada después de la película y cómo fue verlo después de todos estos años ahí de vuelta? ¿Qué te acordás de él?

-Y yo con él ahí creé una gran amistad, digamos. Después de Pizza, Birra, Faso, que nosotros estuvimos conviviendo tres semanas en un departamento antes de empezar a firmar por un laburo de dirección. Y después él se vino a Laferrere, a mi casa también un tiempo. Después yo me fui a Carlos Paz, a la casa de él. Digamos, él también fue mi primer maestro, digamos, en la actuación. Él me ayudó muchísimo a poder hacer la peli también. Lo cual es lo de menos, porque él en realidad en la vida conmigo se portó muy bien y bueno, y siempre que lo veo me entristece, que él no haya podido seguir trabajando. Él sí amaba actuar de una forma muy particular. 

-¿Te vio en Okupas? ¿Hablaron de Okupas?

-Y él estaba recontento, digamos, a mí cada vez que me veía laburar o también me lo he cruzado a él actuando y yo laburando atrás de cámara. Porque yo también, aparte de laburar actuando también me hice la carrera de utilero y también ahora estoy haciendo direcciones de arte, digamos. Siempre además de la actuación, siempre laburé atrás de cámara y me lo cruzaba y él siempre se ponía muy contento de verme laburar.


En Okupas fue Miguel.

-Hablemos de Okupas un poco. Porque ahí fue tu segundo encuentro con Stagnaro. ¿Qué fue lo que te llevó ahí a ese papel? ¿Qué fue lo que te interpeló a vos de ese personaje? De vuelta, dentro de la marginalidad, mirada con unos ojos similares a los de Pizza, Birra, Faso, todavía sin romantizarla. ¿Qué fue lo que te gustó a vos del personaje?

-Cuando se empezó a armar Okupas iba a ser el personaje del Pollo. Y un día hablando con Bruno le dije que para mí era bastante parecido al personaje de Pizza, Birra, Faso. Como el delincuente que tiene códigos con los amigos, pero que por otro lado se la banca y que para mí no era como un desafío hacer el personaje ese. Y me dijo que sí, que tenía razón y que después iba a ver cómo me metía en algún otro personaje. También después pasó que en el casting cayó Diego Alonso a ser el Pollo y creo que fue lo más acertado que pudo haber pasado. Pero cuando empezamos a laburar en Okupas, yo empecé a trabajar como utilero los primeros seis, siete capítulos y después pasé a actuar, pero cuando empezamos a filmar no estaba escrito ni siquiera el capítulo tres, entonces no sabía cómo iba a entrar mi personaje.

-En términos de alcance de la producción o de dinero a disposición, ¿viste algún avance? ¿Qué tenías a tu disposición para trabajar el arte de de una serie que terminó siendo emblemática como Okupas?

-Y también teníamos muy pocos recursos. Pero bueno, siempre siempre en el cine independiente tenés pocos recursos y es muy lindo. Y suena bien el cine dependiente, pero en realidad siempre es hacer cine dependiente, porque depende de las personas y tus colegas que te ayuden y que te acompañan. Pero todos teníamos lo mínimo, todos los equipos teníamos lo mínimo. Pero teníamos un gran guión y un gran director, entonces todo eso se potencia, digamos.


Junto a Dante Mastropierro. Ambos de Okupas y ahora en El Eternauta.

-Y a ver, ¿qué te parece más emblemático o más representativo de esa época? ¿Okupas o Pizza, Birra, Faso?

-Y lo que pasa es que fue justo el cambio de siglo también, ¿no? Es como que Pizza, Birra, Faso está en el siglo pasado y Okupas arrancó en este siglo. No sé, a mí me parecen las dos emblemáticas y hay algo que me gusta de ambas, que el mensaje es que si andás mal, terminás mal, ¿viste? No es un romanticismo sobre la situación social, sino todo lo contrario.

-Okupas fue la última que representó lo marginal desde una mirada quizás más documental, si se quiere, que era un poco lo que venía con el Nuevo Cine Argentino, ¿no? Era como más realista todo. ¿Qué pensás de todo lo que vino después? No sé si tenés algo que te haya quizás hecho picar más la cabeza todavía de cómo se representó la marginalidad.

-Y bueno, ahí está la palabra clave para mí, para mí Pizza, Birra, Faso y Okupas es una obra y después todo lo demás… Realmente no los vi, no miro muchas cosas que no me interesan, no es que lo que no me interesa lo miro igual para ver qué. Pero lo poco que por ahí vi, yo creo que se creó un producto de la marginalidad. Y creo que es algo que lo vienen haciendo hace un montón de años y cada vez más. Hecho por gente que por ahí no tiene ni idea lo que es cruzar General Paz. Entonces, no me llega en lo más mínimo, no me representa, digamos. Soy una máquina a cerrarme puertas, ya lo sé, pero no me importa (risas).

-No, pero te noto como convencido y me imagino que contento. Es una decisión, cada uno elige el camino.

-Cada uno elige el camino y bueno, y te la tenés que bancar después, ¿viste?

-Esta parte que quizás es la que menos se conoce tuya, esto de que trabajaste en utilería, y si no me equivoco, trabajaste en El secreto de sus ojos también.

-Sí.


Reconocido por su propio club.

-¿Cómo fue esa producción? Porque uno piensa que es la película que ganó el Oscar para Argentina y con todo lo que representa y qué sé yo. Pero quizás no sé, de vuelta, era trabajar con lo justo.

-No, ahí había bastantes medios para poder producir y para poder trabajar. Entonces siempre es más cómodo y es más fácil llegar a lo deseado cuando hay dinero para producir, ¿no?

-¿Y cómo fue ese rodaje? ¿Sabían lo que estaban haciendo? ¿Ustedes en el momento en el que la estaban haciendo se daban cuenta de eso? 

-Sí. Siempre cuando estás filmando al toque te das cuenta si viene para bien o viene más o menos. Lo que sí por ahí no te das cuenta son las repercusiones que puede llegar a tener, buenas o malas. 

-En el medio hiciste algunos cortos, hay un corto tuyo de la Universidad de Tres de Febrero también dando vueltas…

-Yo sigo filmando cortos. Es más, la semana que viene voy a filmar un corto de un chico de su tesis. A mí me llegan los guiones y si el guión me interesa los encaro.

-¿Qué es lo que escuchás primero? ¿El guión o quizás te hacen como un speech como para venderte la idea?

-Sí, siempre te encaran de distintas maneras y yo siempre los corto en seco y les digo, "Pasame el guión y después charlamos". Y después juntémonos a tomar un café, porque te puedo parecer un boludo o viceversa y entonces bueno, creo que el guión y lo humano es lo que me dice, "Bueno, apuesto por acá". Y la mayoría de las veces está bueno y a veces sale mal, pero bueno, es como la vida misma. 

-¿Qué te define más: la dirección de arte y utilería o la actuación?

-Las dos cosas. Como te digo, yo me considero más un trabajador del cine que un actor o un director de arte. Cuando dirijo mis cortos también, digamos, no hay algo que me gusta más, siempre me interesan los guiones por contar. Hay veces que estoy laburando de utilero y digo, "Qué bueno que no estoy actuando acá". Y hay veces que estoy laburando de utilero y digo, "Che, qué bueno que estaría estar actuando acá". O a veces estoy laburando en lugares que digo, "¿Qué hago acá?", digamos. No es que una cosa me tira más que la otra, digamos. 


Junto a Merlina Molina Castaño, su pareja, hizo el corto Las continuidades.

-¿En qué momento dijiste no quiero usar las redes sociales, no quiero que mi vida sea para mostrarse a través de Instagram, Facebook?

-Mi relación o la no relación que tengo en realidad con las redes sociales es una decisión que tomé desde chico cuando empezaron a surgir distintos formatos de redes sociales, del Facebook y antes también o después. No es algo con lo que reniego ni en lo que estoy en contra, todo lo contrario porque sé que bien utilizado es una herramienta bárbara. Como la televisión bien utilizada sería una herramienta espectacular para organizar la sociedad e informar, ¿no? Pero bueno, yo no tendría la capacidad de utilizarla bien y creo que me podría afectar emocionalmente como le afecta a un montón de personas que veo que según cómo le está yendo en las redes sociales se siente bien o se sienten mal y yo ya soy un bajón yo solo y no me quiero sumar todo eso.

-Lo último que hiciste fue El Eternauta y que viene de la mano de una plataforma que es como el reflejo del estado en el que estamos. Todo es un algoritmo, todo está pensado para ser viral. Y la comunicación misma de una serie como El Eternauta que terminó explotando, pasa por las redes sociales. ¿Cómo reaccionás cuando llegás a un evento de semejante, como el que se hizo para promocionar la serie?

-Me siento incómodo en ese tipo de evento porque a mí me gusta mucho filmar, hacer cine y yo pongo mi energía en ese lugar. Después todo lo que viene todas las consecuencias que trae de exposición y todo eso ya me es demasiado sin tener redes sociales. Y realmente no estoy enterado cómo repercute en las redes sociales… o no estoy enterado físicamente porque no estoy introducido en las redes sociales. Sí, veo que la gente en la calle me para un montón más de lo que me paraba antes y sé que es por el tema de las redes sociales, pero la verdad que a mí no me causa nada. 

-En el medio de todo este contexto aparece El Eternauta, de vuelta Bruno, con una producción a todo culo encima. ¿Por dónde entró el personaje para vos? ¿Qué te llamó del guión? ¿Cuánto habías leído? Porque imagino que no es lo mismo una película independiente con una producción de Netflix que debe tener todo tachado con negro para que no puedas…

-No, solo te pasan el guión en el que participás. Yo los guiones anteriores a mi personaje no los conocí. 


Franco en la historieta, Franco en la serie.

-¿Qué es lo que te gustó?

-Mirá, a mí me interesaba mucho volver a trabajar con Bruno, que yo la única vez que había trabajado con él… a mí me tienen como relacionado con él, pero yo la única vez que laboré con él fue Okupas hace 25 años atrás, ¿me explico? Y es un director al cual admiro mucho su forma de encarar los proyectos y cómo trabaja, ¿no? Y bueno, eso fue lo que me motivó a estar, digamos. Después también hice el casting y había entrado para ser un personaje. Y cuando estábamos filmando ahí adentro mi personaje mutó a Franco, pero yo había entrado para hacer otro personaje.

-¿Qué personaje ibas a hacer?

-Un personaje que se llamaba Pelusa, que era un tipo que supuestamente se había escapado de la cárcel y que estaba ahí en el shopping. 

-En el capítulo que aparecés parece que vas a ser el marginal de vuelta, con algún pasado medio turbio, pero yo empecé a hacer cuentas… tengo entendido que todavía no tienen la segunda temporada, entiendo que está confirmada, que no sabés si vas a estar en la segunda temporada, pero si yo sumo, para mí eso es el personaje que acompaña a Juan Salvo hasta el final, por lo menos el primer tomo. ¿Hablaste algo de eso con Bruno de lo que puede venir?

-No, mirá, con él de vez en cuando nos tomamos unos mates, nos juntamos a comer, pero yo no lo indago en el trabajo porque creo que todo el mundo le debe estar quemando la gorra. Y yo estoy preparado para que sea lo que tiene que ser. Estoy preparado para acompañar a Salvo toda la segunda temporada, como estoy preparado para que arranque la segunda temporada y Salvo mire para el costado y yo esté ahí con un paro cardíaco y me muera. Entonces, bueno, me lo tomo así.

-¿Con quiénes tenés como más afinidad gracias al trabajo?

-Y muchas personas…

-Te pongo en un compromiso si las enumerás...

-Sí, sí, porque tengo que dejar mucha gente que quiero mucho y que me ayudó y me empujó adelante durante todos estos años, y que por ahí no tienen un nombre de reconocimiento masivo, pero sí son muy importantes en mi vida. Son muchos. 

-¿Y Bruno qué significa para vos?

-Más allá de toda la admiración que le tengo como realizador y como director, es una persona que cuando estuve mal me preguntó cómo estaba. Entonces yo me quedo con eso y para mí mi relación con él es esa.

-¿Te paran más por El Eternauta o hay alguno que cada tanto se acuerda de Pizza, Birra, Faso?

-A mí siempre me pasó que la gente que me paró en la calle era o el laburante o la gente que se dedica al arte, hace cine o ve mucho cine. Digamos, la gente que por ahí ve la tele a las 3 de la tarde, en estos 25 años de carrera que tengo nunca me registró y ahora sí, digamos, sí. En ese sentido sí creo que tuvo una repercusión muy grande lo de El Eternauta.

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