
El gobierno de Cuba volvió a colocarse del lado del chavismo en un nuevo episodio de tensiones en el Caribe. La Cancillería cubana rechazó como “absurda” la justificación de Estados Unidos para desplegar buques militares en la región, alegando que Washington busca pretextos para militarizar el hemisferio. Sin embargo, el discurso ignora deliberadamente las acusaciones formales de narcotráfico contra jerarcas de Caracas y el historial de complicidad entre ambos regímenes.
Lejos de preocuparse por la seguridad regional, La Habana aprovecha cada movimiento estadounidense para reforzar su narrativa antiimperialista. En este caso, repite la estrategia de minimizar los crímenes del chavismo y culpar a Washington de todos los males, sin ofrecer soluciones reales a los problemas de narcotráfico y criminalidad que afectan directamente a la región.
Cuba sostiene que la DEA no menciona directamente al gobierno venezolano como promotor del narcotráfico, pero omite que altos funcionarios chavistas están bajo procesos judiciales internacionales. El silencio de La Habana sobre estas evidencias revela un alineamiento incondicional con el régimen de Nicolás Maduro, al que respalda por conveniencia política y económica.
En lugar de condenar la penetración del crimen organizado en las estructuras de poder venezolanas, Cuba se dedica a legitimar la versión oficial del chavismo. De esta manera, el castrismo se convierte en cómplice activo de la narrativa que busca presentar a Maduro como víctima y no como responsable.
La denuncia cubana sobre la “militarización” del Caribe busca distraer de un hecho central: la amenaza real de los cárteles y su conexión con regímenes autoritarios. Mientras acusa a EE.UU. de ser el mayor mercado de drogas, el gobierno de La Habana evade cualquier autocrítica y se erige como portavoz de una causa que solo beneficia a sus aliados en Caracas.
Este doble rasero evidencia el agotamiento de la diplomacia cubana, que se limita a repetir consignas propagandísticas sin atender a la realidad de una región acosada por el narcotráfico. Al negar la magnitud del problema y encubrir a Maduro, Cuba pierde credibilidad y se convierte en un actor que agrava la inestabilidad regional.
Declaración de La Red de Cubanos Residentes en América Latina y el Caribe rechaza el nuevo despliegue militar de los Estados Unidos en el mar Caribe, una acción de carácter provocador y desestabilizador que atenta contra la paz y la soberanía de los pueblos de la Región. 👇 pic.twitter.com/E3hHU8YYiR
— AnaTeresita González (@AnaTeresitaGF) August 29, 2025
El rechazo cubano al despliegue naval estadounidense no es un acto de soberanía, sino un gesto de complicidad política. En vez de velar por la paz regional, el gobierno de La Habana defiende a un aliado cuestionado por delitos de narcotráfico y violaciones de derechos humanos. La actitud del castrismo muestra que su prioridad no es la seguridad del Caribe ni el bienestar de sus pueblos, sino la preservación de un bloque autoritario que sobrevive a base de propaganda y encubrimiento.