
Arabia Saudita avanza en una estrategia poco habitual para la región: la promoción del periodismo ambiental como herramienta de educación y concienciación social. En el marco de la Visión 2030, el gobierno considera que los comunicadores deben desempeñar un papel clave en la transición hacia un modelo de desarrollo más sostenible.
El Centro Nacional de Cumplimiento Ambiental (NCEC) destacó que el reto consiste en generar periodistas capacitados no solo para reportar, sino también para traducir datos científicos y políticas ambientales en un lenguaje accesible al público. Saad Al-Matrafi, vocero del organismo, afirmó que el país necesita mediadores capaces de tender puentes entre la ciencia, el Estado y la ciudadanía.
El periodismo ambiental en Arabia Saudita es todavía incipiente frente a géneros como el político o el deportivo. Sin embargo, el NCEC ya ha implementado programas de formación y acompañamiento para periodistas, convencido de que este rol puede ayudar a moldear la opinión pública y a fomentar una cultura de responsabilidad ambiental en todos los sectores.
Según datos oficiales, solo en los primeros siete meses de 2025 se realizaron más de 11.000 evaluaciones ambientales, con 8.124 muestras de agua y 3.618 de suelo analizadas. Estas cifras muestran la magnitud del trabajo técnico que requiere ser explicado a la población a través de una narrativa periodística que combine rigor con claridad.
Las autoridades sostienen que, más allá de informar sobre catástrofes o problemas de contaminación, el periodismo ambiental debe convertirse en una plataforma educativa que impulse cambios de conducta. De esta forma, los ciudadanos podrán comprender mejor los desafíos ecológicos que enfrenta el país y participar activamente en su solución.
Al mismo tiempo, el NCEC enfatizó la importancia de contar con periodistas que cubran la implementación de protocolos de emergencia, como los simulacros de derrames petroleros, con un enfoque pedagógico y no meramente sensacionalista.
La apuesta saudí por el periodismo ambiental refleja un cambio de paradigma en su estrategia comunicacional. De concretarse, podría convertirse en un modelo para otros países de la región, donde la agenda verde suele quedar relegada. No obstante, el desafío estará en garantizar que este periodismo sea realmente independiente y no solo un instrumento de propaganda. Lo que está en juego es la credibilidad de una narrativa ambiental que busca transformar la relación entre el Estado, los medios y la sociedad.