30/08/2025 - Edición Nº935

Política

Errores en cadena

Argentina no aguanta más errores no forzados

30/08/2025 | Desde hace más de una década, el país arrastra crisis económicas y políticas. El gobierno de Javier Milei repite fallas evitables que agravan la desconfianza institucional.



La crisis argentina no nació con este gobierno: proviene de hace más de una década. Desde 2013, el país viene encallado en una espiral de inflación crónica, estancamiento económico, deterioro institucional y retrocesos sociales. En esa persistencia de agobio, los errores no forzados —los errores evitables, los que se pretenden corregir y en cambio se reproducen— tienen un efecto devastador. Y este gobierno, desde que asumió, ha cometido errores de ese tipo con notable frecuencia.

Desde el inicio, el Ejecutivo eligió vetar leyes aprobadas por amplia mayoría para garantizar derechos sociales y atención sanitaria, como sucedió con el ajuste sobre el sistema previsional y el sistema de salud pública. Fueron decisiones “técnicas”, argumentadas bajo la consigna del equilibrio fiscal, que sin embargo mostraban una desconexión evidente con la urgencia ciudadana. Cada veto fue una señal clara: no hay ancla presupuestaria sólida, pero sobre todo no hubo voluntad política de acordar. Los costos no tardaron en llegar.

A eso se sumó la promesa no cumplida de transparencia: desde el escándalo en la Agencia Nacional de Discapacidad, con audios que comprometen a funcionarios cercanos al poder, hasta el regreso del caso Libra con impulso opositor. Las filtraciones, los allanamientos y la licitación política activa reavivan la percepción de un gobierno atrapado en su propio laberinto ético.

Y en medio de todo esto, el estilo presidencial se volvió corrosivo. Milei pasó de un discurso confrontacional a uno insultante: tildó de “zurdos de mierda” a sus rivales del PRO, redujo a figuras históricas como Carrió a epítetos racistas, y llegó a desacreditar expresiones culturales con filosas ironías. La política, parafraseando la definición clásica, es el arte de persuadir; hoy el Gobierno domina el arte de ofender. Y el resultado ya no es viralidad: es hastío institucional.

La economía tampoco perdonó. El Merval cae en coincidencia con cada filtración de corrupción. La inflación sigue siendo un fantasma irresuelto. La deuda interna, el endeudamiento en pesos y la presión social actúan como neumáticos gastados en una carretera rota: cualquier frenada brusca se siente como un derrape. Argentina no aguanta más errores propios, aunque aún quede margen constitucional para disimularlos. El verdadero riesgo es que esa margen se agote, sin que el tejido social y político tenga resguardo suficiente.

El país ya no sufre solo crisis estructurales; sufre errores sistemáticos que se van encadenando, uno a uno, como litis judicial nunca cerrada. Y mientras tanto, cada tropiezo se paga con votos, no soluciones.