
El especialista en transformación digital conversó en El Living de NewsDigitales sobre cómo la IA ya cambió nuestra forma de vivir, trabajar y aprender, y advirtió que la clave no es la máquina, sino el uso que hacemos de ella: “No hay que creer la primera respuesta. Hay que iterar, aplicar sentido común y aprender a pedir con claridad para evitar un consumo innecesario de recursos”.
“La inteligencia artificial no es nueva: existe desde los años 50. Lo que cambió todo fue el lenguaje natural”, explicó Darío Álvarez. “Hace dos o tres años la IA empezó a hablar nuestro idioma. Ya no hace falta saber programación para interactuar con ella: está en el celular, la heladera, la computadora”.
Según el especialista, las potencias económicas entendieron hace tiempo el valor estratégico de la IA: “En 2013 ya había presidentes que decían que quien domine la inteligencia artificial va a dominar el mundo”. Y agregó: “Hay una carrera que se parece a la armamentista: quién saca el modelo más rápido y más eficaz”.
¿Y Argentina? “Tenemos un diferencial: la creatividad y la resiliencia. Acá se innova mucho desde la práctica, desde el territorio. Eso es clave para adaptarnos a esta transformación”.
Álvarez es categórico: “No hay que creer la primera respuesta. Hay que iterar tres o cuatro veces y aplicar sentido común”. Para explicar la idea, recurre a una metáfora filosófica: “El sofista buscaba persuadir, el filósofo amaba el saber. Hoy la IA puede sonar convincente, pero eso no significa que sea correcta. Depende de cómo preguntamos”.
La irrupción de estas tecnologías obliga a repensar la educación: “Nos pone frente a preguntas que creíamos resueltas: ¿qué nos hace humanos? ¿Qué significa aprender? Hoy no sabemos cómo evaluar si una respuesta es original o hecha con IA. ¿Estamos enseñando a repetir o a pensar?”.
Álvarez compara el fenómeno con otras revoluciones: “Es como cuando apareció Wikipedia o la calculadora. No es evolución ni involución: es transformación”.
Otro tema clave es el consumo energético y de agua asociado a la IA. “Al principio estaba mal administrado y consumía mucho. Hoy los estudios dicen que está más equilibrado, pero va a tener que transformarse”, advierte Álvarez.
La clave, dice, está en aprender a dar instrucciones claras: “Si le pedimos a la IA exactamente el formato y el límite de lo que queremos, evitamos que procese de más y derroche recursos. No es que le tengamos que hablar ‘bien o mal’, como bromean algunos, sino de manera precisa: pedir un párrafo, tres bullets, un resumen concreto. Así reducimos el consumo y obtenemos mejores respuestas”.
Para Álvarez, ecología y tecnología no deben pensarse por separado: “Así como hablamos de biodiversidad, tenemos que empezar a hablar de tecnodiversidad: diferentes tecnologías distribuidas globalmente para optimizar el consumo y evitar el derroche”.
“Hoy no hay problema tecnológico: el problema es cambiar hábitos”, sentenció Álvarez. Y da ejemplos cotidianos: “Yo no leo mails, mando todo por chat. Ya hay asistentes -digitales- que me avisan qué pendientes tengo, y me hablan en lenguaje coloquial. Eso cuesta, pero es inevitable”.
“El futuro ya llegó, solo que está mal distribuido”, explicó Álvarez al parafrasear al Indio Solari. “Algunas sociedades están más avanzadas, pero Argentina tiene recursos únicos. Lo importante es no perder el pensamiento crítico y el sentido común. Eso no lo puede reemplazar ningún algoritmo”.