
por Leonardo Nieva
El exlíder de la barra de River Plate, Alan Schlenker, presentó un recurso para anular una de sus condenas con el respaldo de la Fundación Deskovic, reconocida internacionalmente por liberar a inocentes condenados en Estados Unidos. Sin embargo, el planteo judicial tiene una paradoja que no pasa desapercibida: de prosperar, en lugar de beneficiarlo, podría dejarlo bajo un régimen legal más severo y obligarlo a cumplir más años de cárcel.
Actualmente, Schlenker cumple una pena unificada a prisión perpetua en el penal federal de Rawson por los homicidios de Gonzalo Acro y Mario Alfredo Sanzi. Esa unificación hace que la pena se rija por la ley más benigna, que en este caso corresponde a la vigente en 2001, cuando ocurrió el crimen de Sanzi. Esa normativa establecía que la perpetua equivalía a 20 años efectivos antes de acceder a la libertad condicional, y que a los 25 años caducaba. Además, seguía vigente el beneficio del “dos por uno”, que ya le permitió computar meses a su favor.
El escenario sería muy distinto si se anulara el fallo de Sanzi. La única condena vigente quedaría vinculada al crimen de Acro, cometido en 2007, y por ende aplicaría la ley de ese año. La diferencia es sustancial: bajo esa normativa, la perpetua equivale a 35 años de prisión efectiva antes de cualquier beneficio de libertad condicional. Es decir, en los hechos, el propio recurso que busca la nulidad de una sentencia no le acortaría la pena sino que, por el contrario, podría alargar su tiempo de encierro en más de una década.
Pese a esa paradoja, la estrategia jurídica impulsada por la defensa apunta a un objetivo distinto: cuestionar la validez del fallo y poner en debate cómo se valoran los testimonios en procesos judiciales. El recurso presentado por el abogado Fabián Camaño -especialista en condenas erróneas- sostiene que el tribunal que lo condenó se basó en dichos “contradictorios, cambiantes y contrarios a la lógica” y que se apartó de las herramientas de la psicología del testimonio.
Según el escrito, esa rama del conocimiento resulta clave en el ámbito judicial, ya que permite evaluar la credibilidad de quienes declaran considerando factores como el paso del tiempo, las condiciones de observación, la influencia de terceros y las limitaciones de la memoria humana. “El fallo debe ser declarado nulo porque se ha apartado groseramente de la correcta valoración de la prueba”, reclamó la defensa.
El eje del cuestionamiento radica en que Schlenker fue condenado por la declaración de una testigo que lo identificó una década después del crimen, tras verlo por televisión en un caso diferente. De acuerdo con la defensa, esa percepción estuvo influenciada por el padre de una de las víctimas, lo que resta fiabilidad al testimonio.
El recurso también critica lo que define como un “clima de presión mediática y social” que habría condicionado a los jueces, más allá de las pruebas objetivas. Por ello, además de pedir la nulidad, se solicitó la absolución de Schlenker bajo el principio de la duda.
Más allá del planteo, lo cierto es que la condena de Sanzi, lejos de agravar la situación procesal de Schlenker, en la práctica le permite hoy regirse por una ley más favorable. Si ese fallo fuera anulado, pasaría a computar la pena bajo la normativa de 2007, que lo obliga a cumplir 35 años antes de la libertad condicional.
En otras palabras, el recurso, aun si prosperara, no implicaría un beneficio inmediato en la ejecución de su condena. Por el contrario, podría extender el horizonte de encierro. La insistencia en avanzar con este planteo revela que el objetivo de Schlenker y de la Fundación Deskovic no es obtener ventajas en materia de cómputos, sino intentar desmontar lo que consideran una condena injusta.
El propio Schlenker lo expresó desde la cárcel: “Esto es por la verdad, por la justicia, por mi buen nombre, porque la condena está casi terminada”. Y remarcó que la revisión en curso no busca beneficios penitenciarios, sino cuestionar un fallo que, según él, se apoyó en pruebas “fabricadas” y testimonios sin sustento objetivo.
La Fundación Deskovic -dirigida por Jeffrey Deskovic, quien pasó 16 años preso en Estados Unidos hasta ser exonerado gracias a pruebas de ADN- eligió el caso de Schlenker como el primero fuera de su país. Ese respaldo internacional otorga un nuevo marco a la pelea del exbarrabrava, aunque también expone la compleja paradoja legal que enfrenta: la eventual anulación de la condena de Sanzi, que en teoría debería beneficiarlo, en la práctica podría dejarlo más tiempo tras las rejas.