04/09/2025 - Edición Nº940

Internacionales

Campaña polarizada

Uribe Londoño ante el desafío: transformar el dolor en poder político

01/09/2025 | La política colombiana entra en una nueva fase donde la seguridad y la figura de Álvaro Uribe reordenan el escenario.



Colombia ha abierto de manera anticipada su campaña presidencial con un panorama definido por la confrontación de dos figuras que concentran las miradas: Miguel Uribe Londoño, el candidato actual de la derecha, e Iván Cepeda, quien lidera la apuesta de la izquierda. El primero ha emergido como heredero político del uribismo clásico, recogiendo el legado de firmeza y autoridad, mientras que el segundo representa la continuidad de un progresismo que busca sostenerse en el poder. En medio de este choque de narrativas, la seguridad se erige como el tema central tras hechos violentos recientes que han sacudido a la opinión pública.

La escena política se ha visto impactada por el asesinato del senador y precandidato Miguel Uribe Turbay, hijo de Uribe Londoño. El crimen no solo significó una tragedia personal para el dirigente, sino que también encendió una chispa de unidad en el uribismo, proyectando a Londoño como el referente capaz de transformar el dolor en fuerza política. A esto se sumó un ataque con explosivos contra una base militar en Cali, que reforzó la percepción de que el país enfrenta un recrudecimiento de la violencia.

Uribe Londoño como estandarte de la derecha

Uribe Londoño se ha consolidado como el referente de la derecha colombiana, logrando reagrupar al Centro Democrático y canalizar la indignación social frente a la inseguridad. Su discurso gira en torno a la urgencia de rescatar a Colombia del “neocomunismo sostenido en el narcoterrorismo”, un mensaje que conecta con los temores de amplios sectores ciudadanos. Con un estilo directo y con respaldo de las bases, Londoño proyecta la idea de que solo un liderazgo firme podrá devolver la estabilidad al país.

La tragedia familiar lo ha convertido en una figura aún más simbólica. Para muchos, Uribe Londoño no solo representa continuidad, sino la posibilidad de un renovado impulso político que combina experiencia, resiliencia y determinación frente a la adversidad. Esa imagen lo coloca como un candidato con gran capacidad de movilización en un escenario de alta polarización.

Cepeda como rostro de la izquierda

En la vereda opuesta, el senador Iván Cepeda oficializó su precandidatura, lo que ha generado un efecto inmediato de cohesión en la izquierda. Cepeda, hijo de un político comunista asesinado en los noventa, ha forjado su trayectoria en la defensa de los derechos humanos y en el señalamiento de figuras del uribismo. Esa condición lo proyecta como un antagonista directo de Uribe Londoño, reforzando la idea de una campaña polarizada.

Otros nombres como Gustavo Bolívar o Daniel Quintero habían sonado con fuerza, pero las divisiones internas impedían consolidar una candidatura única. La irrupción de Cepeda ha permitido a la izquierda encaminarse hacia una consulta prevista para el último domingo de octubre, en la que se definirá al rival que deberá enfrentar al bloque liderado por Uribe Londoño.

Seguridad como eje de la contienda

La campaña se ordena en torno a la seguridad, un tema con profundas raíces en la memoria colectiva del país. Los atentados y asesinatos recientes han revivido la narrativa de los años de violencia asociados con guerrillas, paramilitarismo y narcotráfico. En este terreno, Uribe Londoño busca posicionarse como garante del orden y la estabilidad, mientras que la izquierda intenta defender los logros en procesos de paz, aunque con dificultades para convencer a una ciudadanía golpeada por la violencia.

El impacto emocional de los últimos hechos también ha reforzado el dilema electoral. Para amplios sectores ciudadanos, la elección parece transformarse en un plebiscito entre la mano dura y la continuidad con cambios. Esa polarización, lejos de diluirse, se profundiza conforme se acercan las definiciones partidarias, y en ella la figura de Uribe Londoño aparece como la opción de mayor claridad y determinación.

El centro en riesgo de diluirse

Mientras tanto, los sectores de centro y centroderecha permanecen desdibujados, incapaces hasta ahora de presentar un liderazgo fuerte. Su fragmentación contrasta con los avances de los polos opuestos y amenaza con reducir su competitividad electoral. La fuerza de arrastre de Uribe Londoño en la derecha hace aún más difícil para este espacio plantear una alternativa sólida.

El calendario electoral marca octubre como un mes decisivo: el oficialismo elegirá a su candidato en consulta popular, mientras que el bloque uribista con Uribe Londoño al frente deberá consolidar su campaña. La capacidad de ambos sectores para ordenar sus apuestas definirá el tono de la contienda en los meses siguientes.

Un nuevo panorama

La dinámica actual muestra un escenario de polarización reforzada, donde los nombres de Uribe Londoño y Cepeda funcionan como símbolos antagónicos que simplifican la competencia electoral. La seguridad aparece como el terreno que concentrará los principales choques, y su evolución marcará las prioridades del electorado. En este marco, el liderazgo de Uribe Londoño se proyecta con fuerza, capaz de aglutinar a la derecha y de devolver confianza en medio de la incertidumbre.

De confirmarse la tendencia, Colombia vivirá una contienda marcada por la confrontación entre orden y cambio. La posibilidad de que la agenda pública quede reducida a este dilema plebiscitario otorga a Uribe Londoño un papel central en la elección, presentándolo como la figura más preparada para garantizar seguridad y estabilidad en un país en busca de rumbo.

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