
En un giro histórico de la política exterior, Argentina decidió retirarse del Consejo de Derechos Humanos de la ONU para el período 2026–2027.
La medida, impulsada desde la Casa Rosada bajo la dirección del presidente Javier Milei, marca un quiebre con la tradicional participación del país en foros multilaterales de derechos humanos.
El retiro implica que Argentina perderá la capacidad de votar y presentar resoluciones, aunque mantendrá su estatus como observador. La vacante regional será ocupada por Ecuador en las elecciones de octubre, durante la Asamblea General de la ONU, donde Milei tiene previsto su segundo discurso internacional.
Desde su creación en 2006, Argentina había sido parte del Consejo en cinco períodos y ejercido la presidencia en 2022, destacándose por impulsar iniciativas sobre diversidad, justicia climática y misiones de verificación en contextos críticos como Venezuela y Myanmar. La salida representa un cambio radical respecto a esa trayectoria.
Organismos de derechos humanos y gremios internacionales advirtieron que la decisión debilita la tradición argentina en defensa de los derechos humanos y puede afectar la proyección internacional del país.
La medida refleja la estrategia internacional de Milei, alineando a Argentina con líderes críticos del Consejo y de la ONU, cuestionando la Agenda 2030 y priorizando una política exterior basada en el pragmatismo ideológico y la afinidad con Estados Unidos e Israel. Analistas señalan que el giro puede redefinir la posición diplomática del país en la región y ante organismos multilaterales.
FS