
La Comisión Europea dio este martes el paso decisivo para avanzar con la ratificación del acuerdo comercial entre la Unión Europea y Mercosur, considerado el más grande en la historia del bloque. Con esta decisión, Bruselas envió el texto al Parlamento Europeo y al Consejo de la UE, con la expectativa de que al menos la parte comercial pueda aplicarse de forma provisional antes de que termine 2025. El acuerdo había sido alcanzado en 2019 y revisado a fines de 2024, tras incorporar cláusulas ambientales y salvaguardas agrícolas que buscaban atender los principales cuestionamientos.
El movimiento de Bruselas se inscribe en una estrategia de diversificación comercial frente al auge del proteccionismo y a la política arancelaria cada vez más agresiva de Estados Unidos. Para la Comisión, el acuerdo con Mercosur permitirá fortalecer las cadenas de suministro europeas, garantizar un acceso privilegiado a un mercado de más de 720 millones de personas y enviar una señal de apertura en un momento donde la tentación de cerrar fronteras gana espacio en varias economías.
La aprobación de la Comisión es apenas el inicio de un complejo camino institucional. El diseño jurídico del pacto contempla que la parte comercial pueda entrar en vigor de manera provisional si obtiene el respaldo del Parlamento Europeo y de una mayoría en el Consejo. Los capítulos políticos y de cooperación, en cambio, requieren la ratificación de los 27 parlamentos nacionales, un proceso mucho más largo y vulnerable a bloqueos internos. El objetivo de Bruselas es asegurar que en 2025 ya existan beneficios concretos como la reducción de aranceles, la apertura de licitaciones públicas y reglas sanitarias más claras.
La estrategia apunta a evitar los atascos políticos que en el pasado frenaron otros acuerdos comerciales. La Comisión apuesta a que los primeros resultados palpables generen apoyos sociales e industriales que hagan más difícil dar marcha atrás. Sin embargo, la ventana de tiempo es estrecha: cada demora reduce la probabilidad de éxito y aumenta el riesgo de que nuevas mayorías o coyunturas electorales cambien las prioridades en las capitales europeas.
Las mayores resistencias provienen de Francia, donde el influyente sector agrícola advierte que el ingreso de carnes y granos sudamericanos podría desplazar su producción y generar pérdidas severas. El Gobierno francés, presionado por la crisis social en el campo, ha buscado demorar cada avance y sostiene que las cláusulas de salvaguardia introducidas por Bruselas aún resultan insuficientes. Aunque la Comisión endureció los compromisos en materia de deforestación y trazabilidad, París insiste en que las garantías no alcanzan para proteger al agro europeo.
En Polonia, la oposición se concentra en el impacto que el acuerdo tendría sobre el sector avícola y bovino. El Gobierno y la Presidencia han coincidido en explorar una posible minoría de bloqueo, lo que abre un escenario de tensión en el Consejo. Si bien el diseño institucional permite aprobar varias fases por mayoría cualificada, la presión polaca podría encarecer políticamente cada paso y obligar a ofrecer compensaciones adicionales para sumar consensos.
Para los países de Mercosur, el acuerdo representa una oportunidad de acceder con arancel cero o reducido al mercado europeo para sus exportaciones industriales, en especial automóviles, autopartes, maquinaria y productos químicos. También incluye mayores oportunidades para el sector agroalimentario con contingentes específicos y reglas sanitarias más claras, así como el acceso a licitaciones públicas en la Unión Europea. En paralelo, los países europeos obtienen acceso preferencial a materias primas y alimentos, además de oportunidades para sus empresas de servicios y bienes de capital.
El texto actualizado incorpora compromisos explícitos en materia de medio ambiente y sostenibilidad, incluyendo la obligación de cumplir con el Acuerdo de París, cláusulas contra la deforestación y mecanismos de trazabilidad. También se incluyen salvaguardas agrícolas de aplicación rápida en caso de daños graves, junto a comités técnicos y espacios de diálogo regulatorio destinados a reducir costos comerciales y dar mayor previsibilidad a las inversiones bilaterales.
A pesar de los beneficios, persisten dudas sobre la capacidad de verificación de las nuevas exigencias ambientales, en particular en cadenas de producción como la soja o la ganadería. La Comisión asegura que los paneles de expertos y los mecanismos de corrección rápida permitirán hacer cumplir las obligaciones, pero el debate sobre su eficacia sigue abierto. El riesgo de que la legislación europea sobre deforestación genere choques con las exportaciones sudamericanas es otro punto sensible que podría tensar la aplicación inicial.
En el plano político, un eventual bloqueo en el Consejo o enmiendas profundas del Parlamento podrían retrasar la entrada provisional del acuerdo. Y a mediano plazo, la necesidad de ratificación en cada uno de los Estados miembros hace del proceso un camino largo y expuesto a coyunturas electorales y movilizaciones sectoriales. Cada paso, por lo tanto, estará atravesado por una negociación constante entre las partes.
La ratificación del acuerdo con Mercosur coincide con la modernización del tratado con México, lo que demuestra la intención de Bruselas de blindar su acceso a América Latina. En un contexto de tensiones comerciales con Washington, la UE busca mostrar que puede cerrar alianzas estratégicas y diversificar riesgos. En esta lógica, Mercosur es visto como una pieza clave no solo por su tamaño económico, sino también por la relevancia de sus materias primas en la transición energética.
El desafío radica en que la geopolítica no espera a los tiempos institucionales. Con las elecciones europeas y nacionales en el horizonte, las resistencias de Francia y Polonia pueden condicionar la narrativa. Cada demora encarece el consenso político y obliga a Bruselas a diseñar paquetes de compensación que equilibren la presión de los sectores agrícolas con la urgencia estratégica de cerrar el pacto.
🇪🇺 Mercosur : accord en vue ?
— France TV Europe (@FranceTVEurope) September 2, 2025
L'accord entre l'UE et les pays du Mercosur sera adopté mercredi 3 septembre par la Commission européenne.
Explications par @valerieastruc @f2bruxelles@jbmarteau @franceinfo pic.twitter.com/6ajzXQiiWq
La probabilidad de que el Parlamento Europeo apruebe la aplicación provisional del acuerdo es relativamente alta, cercana al 70%–80%, dado el respaldo de los grupos prointegración y la importancia estratégica del pacto. El riesgo se concentra en el Consejo, donde una minoría de bloqueo encabezada por Francia y Polonia podría complicar el calendario. Sin embargo, la diversidad de intereses dentro del bloque hace que sostener esa posición en el tiempo resulte costoso.
A mediano plazo, el proceso de ratificación plena será lento y vulnerable a las coyunturas políticas de cada país. El éxito del acuerdo dependerá de la capacidad de hacer cumplir las salvaguardas ambientales y de generar confianza en los sectores más afectados. Si Bruselas logra ese equilibrio, el acuerdo UE–Mercosur podría convertirse en un pilar de la diversificación comercial europea; de lo contrario, corre el riesgo de quedar en una aplicación parcial con beneficios limitados.