02/10/2025 - Edición Nº968

Internacionales

Ciencia y misterio

Moscú y el adiós a su laboratorio de viajes en el tiempo

03/09/2025 | Tras 25 años de actividad, el centro de Moscú dejó de funcionar y se despide como un espacio único de debate científico y filosófico.



Rusia puso fin a uno de los proyectos científicos más singulares de las últimas décadas. El Instituto de Investigación de la Naturaleza del Tiempo, fundado en 1999 por el biofísico Alexandr Levich y vinculado a la Universidad Estatal de Moscú, cerró oficialmente sus puertas luego de más de un cuarto de siglo dedicado a estudiar fenómenos que combinaban ciencia, filosofía y especulación.

El instituto nació en un momento de transición para la ciencia rusa, tras la disolución de la Unión Soviética. Mientras el país intentaba reconfigurar sus prioridades académicas y tecnológicas, Levich impulsó un espacio alternativo que se enfocó en preguntas que suelen quedar fuera del marco de la investigación tradicional: ¿es posible la teletransportación? ¿Se puede recibir información desde el futuro? ¿Qué es, en definitiva, el tiempo?

Durante 25 años organizó cerca de 900 seminarios y congresos en los que participaron científicos, matemáticos, filósofos y pensadores de distintas disciplinas. Aunque nunca obtuvo reconocimiento de la comunidad científica internacional ni financiamiento a gran escala, funcionó como un foro para discutir teorías disruptivas. Sus debates abarcaban desde hipótesis de la física cuántica hasta reflexiones sobre la percepción temporal en la vida cotidiana.


Alexander Petrovich Levich.

Su cierre marca el final de una etapa en la que Rusia mantuvo vivo un interés histórico por explorar los límites del conocimiento. No es casual: ya desde la época soviética, el país había impulsado investigaciones en campos experimentales, como la parapsicología, la biocomunicación y teorías de la física más allá de lo aceptado en Occidente. En este sentido, el instituto de Levich se convirtió en heredero de esa tradición, pero con un perfil académico y abierto al debate público.

Con su cierre, desaparece un laboratorio de ideas que, aunque alejado de la ciencia oficial, logró sostener durante un cuarto de siglo la fascinación por uno de los mayores enigmas de la humanidad: el tiempo.

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