
China convirtió la Plaza Tiananmen en un escenario de poder al celebrar el 80.º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, en lo que fue el desfile militar más grande de su historia reciente. Bajo la atenta mirada del presidente Xi Jinping, el evento mostró al mundo la modernización acelerada del Ejército Popular de Liberación. La presencia de Vladimir Putin y Kim Jong‑un junto a Xi otorgó a la ceremonia un marcado tono geopolítico, con un mensaje claro de unidad frente a Occidente.
El desfile incluyó más de 12.000 efectivos, cientos de vehículos blindados, aviones furtivos y misiles de alcance intercontinental, entre ellos el nuevo DF‑61 con capacidad nuclear. También se exhibieron drones no tripulados y submarinos, prueba de que Beijing busca consolidarse como una potencia tecnológica y militar de primer orden. Para Xi, el aniversario no solo recordaba la victoria sobre Japón, sino que también reforzaba el discurso de que China está lista para defender su soberanía y proyectar liderazgo global.
El evento fue más que una celebración nacional: se transformó en una plataforma diplomática. Con Putin y Kim como invitados de honor, el desfile proyectó la imagen de un eje estratégico alternativo frente a Estados Unidos y sus aliados. La imagen de los tres líderes juntos fue interpretada como un gesto de desafío a la arquitectura internacional dominada por Occidente, en un momento marcado por tensiones en Ucrania, sanciones económicas y disputas en el Indo-Pacífico.
Desde el podio, Xi advirtió que el mundo enfrenta la elección entre “paz o guerra”, subrayando la importancia de respetar la soberanía nacional y la multipolaridad. El mensaje, directo y sin matices, buscó consolidar a China como el garante de un nuevo orden global frente a lo que percibe como intervencionismo occidental.
JUST IN: Chinese President Xi Jinping, Russian President Putin and Kim Jong Un together at China's V-Day parade. pic.twitter.com/qCJ3Ligjjr
— BRICS News (@BRICSinfo) September 3, 2025
Mientras que en Beijing se celebraba el despliegue, en Washington, Bruselas y Tokio se multiplicaron las críticas. Estados Unidos calificó el desfile como una “provocación innecesaria” que incrementa la tensión en Asia. La Unión Europea expresó preocupación por el mensaje implícito de alianzas militares emergentes, y Japón instó previamente a no asistir al evento, al considerarlo una conmemoración con sesgo anti‑japonés.
Taiwán, por su parte, rechazó con firmeza el tono del desfile, advirtiendo que representa un intento de intimidación regional. Para la isla, el énfasis en los misiles y la modernización naval constituye una amenaza directa en medio del aumento de incursiones aéreas y navales en el estrecho.
A reception and a concert program were hosted in Beijing by the President of the People's Republic of China, Xi Jinping, and First Lady Peng Liyuan, in honor of the heads of delegations and their spouses participating in the parade marking the 80th anniversary of the Chinese… pic.twitter.com/AgQHKuHBt9
— Ilham Aliyev (@presidentaz) September 3, 2025
El desfile de 2025 no solo fue un acto conmemorativo, sino un mensaje político de gran alcance. Al reunir a Putin y Kim, Xi demostró que Beijing busca articular una alianza simbólica frente a Occidente, utilizando el poder militar como herramienta de diplomacia. La apuesta tiene riesgos: refuerza las percepciones de un bloque autoritario y podría acelerar la contención internacional contra China. Sin embargo, también consolida la narrativa de Xi de que el país ha dejado atrás la debilidad del siglo pasado y está dispuesto a jugar un rol central en la geopolítica del siglo XXI.