07/09/2025 - Edición Nº943

Internacionales

Precaución extrema

El enigmático protocolo de Kim Jong-un tras reunirse con Putin

03/09/2025 | Tras el encuentro en Beijing, el personal de Kim limpió silla y vaso para eliminar todo rastro biológico, una práctica ligada al hermetismo del régimen.



El líder norcoreano Kim Jong-un volvió a ser noticia no solo por su presencia en el desfile militar de Beijing, sino por un gesto que reveló la obsesiva cultura de seguridad y secreto que rodea a Pyongyang. Tras su encuentro con Vladimir Putin, las cámaras captaron a su personal retirando el vaso del cual bebió y limpiando a fondo la silla en la que había estado sentado, borrando cualquier rastro físico del dictador.

Este tipo de prácticas no son nuevas en la diplomacia norcoreana. Busca impedir que agencias extranjeras accedan a muestras biológicas que puedan revelar información sensible sobre la salud del líder. En un país donde la estabilidad política depende casi por completo de la figura del jefe de Estado, cualquier signo de enfermedad puede convertirse en un riesgo de desestabilización interna y externa.

El hermetismo como norma

Corea del Norte es reconocido como uno de los países más opacos y aislados del mundo. No existen datos oficiales confiables sobre su economía ni sobre su sistema sanitario. La ONU estima que el 40% de la población padece inseguridad alimentaria crónica, mientras que organizaciones de derechos humanos denuncian condiciones de vida extremadamente precarias y un control político total. En ese contexto, la imagen de un Kim Jong-un hiperprotegido se vuelve un símbolo del contraste entre la élite privilegiada y la vida de la mayoría de los norcoreanos.

Las rutinas de seguridad de Kim incluyen el uso de un tren blindado para viajes internacionales, brigadas de seguridad que transportan incluso su propio inodoro y protocolos destinados a eliminar cualquier huella personal. Estas medidas refuerzan la percepción de un régimen obsesionado con la supervivencia del líder antes que con el bienestar colectivo.

Paranoia geopolítica

La escena en Beijing no solo refleja preocupaciones médicas, sino también una desconfianza estructural hacia el exterior. Corea del Norte, aislada por sanciones internacionales debido a su programa nuclear, mantiene una narrativa de amenaza constante por parte de Estados Unidos y sus aliados. En ese marco, la obsesión por la protección de Kim se convierte en un mensaje político: la supervivencia del líder es equivalente a la supervivencia de la nación.

Los analistas destacan que este nivel de control es parte de la construcción de un culto a la personalidad, que presenta a Kim como un líder infalible, inmune al desgaste físico o a la enfermedad. Cualquier filtración de datos médicos podría socavar esa imagen cuidadosamente elaborada, tanto en el interior como en el escenario internacional.

Acciones extremas 

El episodio de la limpieza tras la reunión con Putin refuerza la visión de Corea del Norte como un Estado donde la paranoia institucionalizada se expresa hasta en los detalles más mínimos. Lejos de ser anecdótica, la eliminación de huellas biológicas de Kim Jong-un revela la fragilidad de un sistema político que depende enteramente de la opacidad, el control absoluto y el miedo. Un reflejo, también, de un país que sigue atrapado en la contradicción entre la modernidad armamentística y la precariedad humanitaria.