
La Certosa de Pavía, a pocos kilómetros de Milán, es un monasterio que combina arte, historia y tragedias familiares, y cuya visita es gratuita. Fue iniciada a fines del siglo XIV por Gian Galeazzo Visconti, primer duque de Milán, y su esposa Caterina Visconti. La pareja había perdido previamente a dos hijos y, ante el temor de morir durante el parto, prometieron construir un lugar de oración si sobrevivían a futuros nacimientos.
Gian Galeazzo pertenecía a los Visconti, una familia que gobernó Milán y sus alrededores durante la Edad Media, y convirtió a Pavía en un centro de poder político y cultural. La Certosa debía reflejar esa grandeza: la fachada, los interiores y los monumentos funerarios muestran la riqueza invertida y la participación de los mejores artistas de la época. Gian Galeazzo quería descansar allí, y su monumento funerario, terminado años después de su muerte en 1402, se conserva en el brazo derecho del transepto. Al ser exhumado en el siglo XVIII, se comprobó que era un hombre alto para su época, de cerca de 1,90 metros, con pelo y barba pelirrojos.
La historia familiar detrás de la Certosa también es dramática. La primera esposa de Gian Galeazzo, Isabella di Valois, murió al dar a luz, y la segunda, Caterina, prima carnal y hija del señor de Milán, no fue enterrada junto a él, sino en el Duomo de Monza. Años más tarde, Ludovico Sforza, conocido como il Moro, otro duque de Milán, construyó un monumento funerario cercano para su esposa Beatrice d’Este y su hijo, fallecidos durante el parto, aunque ninguno fue enterrado allí.
La Certosa de Pavía refleja un momento en que Pavía era capital del reino lombardo y, luego, del reino medieval de Italia. Durante la ocupación francesa en tiempos de Napoleón, muchos tesoros, obras de arte y documentos fueron saqueados, pero la ciudad y el monasterio conservan hoy su esplendor, permitiendo a los visitantes descubrir siglos de historia, poder político y tragedias familiares en un solo lugar.