
La tensión entre Estados Unidos y Venezuela alcanzó un nuevo nivel tras un incidente registrado en aguas internacionales del Caribe. El Departamento de Defensa de EE.UU. informó que dos aeronaves militares del régimen de Nicolás Maduro sobrevolaron peligrosamente cerca de un buque de la Marina estadounidense, el USS Jason Dunham, que realizaba operaciones contra el narcotráfico. Según Washington, la maniobra fue "altamente provocativa" y buscó interferir en las acciones de contranarcotráfico y contraterrorismo desplegadas en la región.
El Pentágono advirtió que el "cartel que dirige Venezuela" será responsable de cualquier intento de obstrucción y remarcó que sus fuerzas seguirán operando con determinación. Este hecho ocurre apenas días después de un ataque estadounidense contra una embarcación venezolana acusada de transportar drogas, en el que murieron 11 personas. Para la administración Trump, se trata de una señal inequívoca de que la lucha contra las mafias regionales se librará con todos los recursos disponibles.
Como respuesta directa a la escalada, Washington confirmó el despliegue de 10 cazas furtivos F‑35 en Puerto Rico. Estas aeronaves de quinta generación se suman a una fuerza que ya incluye al menos siete buques de guerra y 4.500 marines operando en la zona. El objetivo, según fuentes oficiales, es reforzar la capacidad de disuasión y garantizar que ninguna potencia o grupo criminal pueda desafiar la presencia estadounidense en el Caribe.
La Casa Blanca enmarcó este movimiento dentro de su estrategia de mano dura contra los cárteles, a los que Trump declaró organizaciones terroristas internacionales. La decisión permite emplear el poderío militar de EE.UU. sin limitaciones tradicionales y marca un cambio drástico frente al enfoque previo de cooperación multilateral en la región.
El endurecimiento de la política estadounidense fue celebrado por sectores que reclaman más firmeza contra las redes del narcotráfico y el régimen venezolano. Para analistas afines, el despliegue de F‑35 envía un mensaje claro: EE.UU. no tolerará que se ponga en riesgo la seguridad hemisférica. El propio Trump sostuvo que el "envenenamiento del pueblo estadounidense ha terminado" y que la prioridad es proteger a las familias frente al impacto de la droga que ingresa desde el sur.
Sin embargo, las medidas también generaron críticas en el ámbito interno. Legisladores demócratas advirtieron que estas operaciones carecen de autorización explícita del Congreso y podrían derivar en un conflicto abierto con Venezuela. Organizaciones de derechos humanos alertaron sobre el riesgo de que las operaciones militares provoquen daños colaterales en la población civil.
— Department of Defense 🇺🇸 (@DeptofDefense) September 5, 2025
El despliegue de cazas furtivos F‑35 marca un punto de inflexión en la estrategia de Washington hacia la región. La mezcla de operaciones directas, presión militar y retórica de guerra sitúa a la administración Trump en un camino de confrontación inédita con Caracas. Si bien el movimiento refuerza la disuasión y demuestra poderío, también abre la puerta a un escenario incierto donde cualquier nuevo incidente podría detonar una crisis mayor en el Caribe.