07/09/2025 - Edición Nº943

Internacionales

Colapso energético

La Habana brilla mientras Cuba se apaga: ¿quién paga el precio?

07/09/2025 | La falta de divisas y el deterioro del sistema eléctrico reflejan la incapacidad del gobierno para responder a las necesidades básicas de la población.



Cuba atraviesa una de las peores crisis energéticas de su historia reciente. La estatal Unión Eléctrica reconoció que casi la mitad del país sufrirá apagones simultáneos, con cortes que alcanzan hasta 20 horas diarias en provincias orientales y más de 10 horas en La Habana. El régimen justifica el colapso en la falta de divisas y en la imposibilidad de adquirir insumos, pero el trasfondo es la decadencia de un sistema incapaz de garantizar servicios esenciales.

La narrativa oficial culpa al embargo y a la falta de combustible, pero los hechos muestran décadas de negligencia, corrupción y falta de inversión. Las centrales termoeléctricas funcionan con tecnología obsoleta, mientras la economía centralizada impide alternativas de modernización. El resultado es un país paralizado, donde familias enteras deben organizarse para cocinar y sobrevivir en medio de la oscuridad.

La desigualdad en aumento

Mientras gran parte del pueblo soporta apagones interminables, en La Habana se levantan torres de lujo y desarrollos inmobiliarios reservados para la élite y los extranjeros. Esta contradicción refleja una de las caras más crudas de la crisis: una minoría conectada a los privilegios del régimen, mientras la mayoría sufre sin electricidad, refrigeración ni servicios básicos.

Los apagones no solo afectan la vida cotidiana, sino que también golpean a hospitales, escuelas y sectores productivos. El deterioro del sistema de salud y el desabastecimiento de alimentos se agravan cuando no hay energía para conservar medicinas ni mantener refrigerados los víveres. La crisis energética se convierte así en un factor más de la emergencia humanitaria que atraviesa la isla.

Protestas y descontento

La población no ha permanecido en silencio. En distintas provincias se han registrado protestas espontáneas contra los apagones, a pesar de la represión que despliega el aparato de seguridad. Los cubanos denuncian no solo la falta de electricidad, sino la ausencia total de un horizonte de cambio. La represión busca acallar el malestar, pero cada corte de luz enciende también la indignación.

El gobierno insiste en que resolverá la crisis, pero sin inversiones reales y con una economía cerrada, las promesas oficiales se diluyen. Las declaraciones de la dirigencia contrastan con la realidad de millones de ciudadanos que, noche tras noche, enfrentan un país sumido en la oscuridad.

Cada día peor

La crisis eléctrica es un reflejo de la incapacidad estructural del régimen cubano. No se trata solo de la falta de divisas, sino de un modelo agotado que ha llevado a la isla a una precariedad extrema. Mientras el gobierno se excusa, los cubanos sufren apagones interminables que exponen el fracaso de un sistema que ni siquiera puede garantizar luz en los hogares.

La oscuridad que cubre a Cuba es más que un problema energético: es la metáfora de un régimen que ha quedado atrapado en sus propias contradicciones y que castiga a su pueblo con un futuro cada vez más incierto.