
El presidente Nicolás Maduro volvió a recurrir al discurso triunfalista al asegurar que Venezuela es un “territorio libre de producción y procesamiento de drogas”. Según el mandatario, en los últimos años se han neutralizado 402 aeronaves vinculadas al narcotráfico y pronto el país será “100 % libre” de cualquier tránsito de estupefacientes. Sus palabras, sin embargo, chocan con informes y denuncias que apuntan a lo contrario.
Organismos internacionales reconocen que en Venezuela no existen cultivos de coca de gran escala, pero subrayan que el país sigue siendo un corredor estratégico para el narcotráfico colombiano. Estados Unidos ha insistido en que miles de millones de dólares en drogas circulan desde Venezuela hacia el norte, señalando la complicidad de estructuras militares y políticas en estas operaciones. La narrativa oficial, por tanto, aparece más como un recurso de propaganda que como un reflejo de la realidad.
Las declaraciones de Maduro se produjeron en un contexto de alta tensión, marcado por el despliegue de buques estadounidenses en el Caribe. Washington justifica la medida como parte de una ofensiva contra el narcotráfico, mientras Caracas la presenta como un intento de intervención extranjera. En lugar de asumir responsabilidades internas, Maduro opta por culpar al enemigo externo y presentarse como un defensor de la soberanía.
Al mismo tiempo, el mandatario utilizó su discurso para pedir directamente a Donald Trump que frene las presuntas maniobras de cambio de régimen impulsadas por sectores estadounidenses. La imagen que transmite es la de un gobernante acorralado que, mientras promete un país “libre de drogas”, ruega a la Casa Blanca que no aumente la presión.
🚨 ÚLTIMA HORA: Le preguntan a Trump si desea un cambio de régimen en Venezuela:
— Emmanuel Rincón (@EmmaRincon) September 5, 2025
"No hablaremos sobre eso. Pero tuvieron una elección bien extraña, para decirlo suavemente. Solo puedo decir que billones de dólares en drogas vienen de Venezuela...": https://t.co/g1I0GPta7O pic.twitter.com/uZPaDzhdOw
Los datos muestran una contradicción evidente. Aunque se intercepta parte del flujo de drogas, Venezuela figura en informes de agencias antidrogas como un puente relevante para el narcotráfico regional. La violencia en la frontera con Colombia, la corrupción en cuerpos de seguridad y la falta de transparencia estatal refuerzan la percepción de que el país está lejos de estar libre del fenómeno.
Las cifras que exhibe Maduro carecen de mecanismos de verificación independiente y responden más a la necesidad de sostener una narrativa política interna. La desconexión entre sus palabras y los hechos refuerza la idea de un régimen que busca legitimidad internacional mediante discursos vacíos y promesas imposibles.
Maduro asegura que Venezuela es un "territorio libre de producción y procesamiento de drogas... Muy pronto seremos 100% libres de cualquier intento de meter ni siquiera un gramo de esa droga por el territorio nacional". pic.twitter.com/ddMIk2yZyx
— Informe Orwell (@InformeOrwell) September 5, 2025
El mensaje de Maduro pretende instalar la idea de una Venezuela limpia del narcotráfico, pero la realidad contradice sus afirmaciones. El país no produce cocaína a gran escala, pero funciona como corredor del narco con participación de sectores ligados al poder. En vez de enfrentar este problema con transparencia, el régimen recurre a la propaganda y a la confrontación con Estados Unidos.
El resultado es un doble fracaso: internamente, se ignora el drama de las comunidades afectadas por el crimen organizado; externamente, se profundiza el aislamiento internacional. Maduro, lejos de blindar su imagen, confirma la fragilidad de un régimen sostenido en discursos que nadie cree.