
El sector de maquinaria agrícola argentina, más allá del volumen de ventas y exportaciones, hay una cuestión que preocupa a los fabricantes: la antigüedad del parque de cosechadoras y tractores. En nuestro país, la antigüedad promedio de los fierros que los productores usan en sus campos ronda entre los 10 y 15 años, situación que representa una desventaja notable con respecto a los principales competidores internacionales.
La renovación tecnológica en el sector nacional viene más lenta que en países como Brasil y Estados Unidos, lo que genera un retraso en la incorporación de nuevas prestaciones vinculadas a eficiencia y precisión en el trabajo de campo.
Según estimó Leandro Brito Peret, Director Ejecutivo de AFAT (Asociación de Fábricas Argentinas de Tractores), “nuestros números indican que hoy el 80% del parque de cosechadoras tiene más de diez años y más o menos el 80% de los tractores tiene arriba de 15 años”.
En diálogo con NewsDigitales, el directivo expresó que “uno no tiene dimensión de estas cosas; hoy el uso de la tecnología en la maquinaria agrícola es altísimo, superintensivo y las mejoras en la maquinaria son básicamente tecnológicas”.
A nivel de rindes, el salto en productividad al momento de cambiar de modelo es considerable. “Para darte una idea, hoy cambiar una cosechadora de diez años una moderna, para un productor representa un salto de productividad entre el 20% y 25%.
Hace algo más de una década, en el caso de las cosechadoras se priorizaban más variables como ancho de labor y potencia, de trabajo, pero hoy la discusión tecnológica -de acuerdo a Brito Peret- pasa por otro lado.
Las innovaciones en el rubro incluyen ajustes automáticos en línea, sistemas de navegación satelital y lectura inteligente de suelos, con márgenes de error cada vez más reducidos. Estas mejoras permiten reducir pérdidas y optimizar la productividad, marcando una diferencia con el parque de equipos más envejecido que predomina en Argentina.
La incorporación de inteligencia artificial aparece como el próximo salto de escala. Consultado sobre este aspecto, el directivo pronostícó que las “cosechadoras van a ser más eficientes, más autónomas y más perfectas”. En Estados Unidos, estimó que la antigüedad promedio de las cosechadoras ronda los cuatro años, lo que está directamente vinculado con la disponibilidad de crédito para el sector.
En el caso de Brasil, remarcó que los equipos se renuevan cada seis o siete años, un promedio que lo coloca por delante de la situación argentina. La diferencia se traduce en un mayor acceso a tecnologías de precisión en estos países.
De este modo, la combinación de maquinaria más moderna y acceso a financiamiento permite que tanto Estados Unidos como Brasil avancen en la incorporación de tecnologías que impactan en la eficiencia, la autonomía y la reducción de costos operativos, mientras que Argentina mantiene un parque de mayor antigüedad, con un ritmo de recambio más limitado.