
Japón atraviesa un nuevo capítulo de inestabilidad política tras la renuncia del primer ministro Shigeru Ishiba, anunciada el 7 de septiembre de 2025. La dimisión se produce apenas un año después de asumir el poder, y responde a las fuertes presiones internas dentro del Partido Liberal Democrático (LDP) luego de las severas derrotas sufridas en las elecciones de julio, que le costaron la mayoría en la Cámara de Consejeros.
Ishiba, de 68 años, había llegado al cargo en octubre de 2024 con la promesa de renovar al partido y devolverle credibilidad tras escándalos de corrupción. Sin embargo, su gestión no logró sostener el apoyo popular: su aprobación cayó rápidamente hasta el 23 %, un nivel considerado insostenible para la gobernabilidad de la tercera economía mundial. La pérdida de escaños en la Cámara Alta aceleró su salida y abrió una lucha interna por la sucesión.
Durante su breve mandato, Ishiba buscó reforzar las alianzas internacionales de Japón, en particular con Estados Unidos, logrando reducir algunos aranceles que afectaban a las exportaciones japonesas. También impulsó tímidas reformas económicas para dinamizar el consumo interno. Pero la falta de resultados concretos y la percepción de debilidad frente a la oposición marcaron su final. En lugar de consolidar su liderazgo, terminó aislado dentro de su propio partido.
La derrota electoral de julio fue el golpe definitivo. Con una oposición revitalizada y crecientes divisiones internas, el LDP concluyó que la continuidad de Ishiba comprometía las posibilidades de recuperación política. Ante la presión, el primer ministro decidió dar un paso al costado para preservar la unidad de su partido.
Con la renuncia, se abre una carrera intensa por la jefatura del LDP y, en consecuencia, del gobierno. Entre los nombres más mencionados destacan Shinjiro Koizumi, figura joven con proyección nacional; Sanae Takaichi, representante del ala conservadora; y Yoshimasa Hayashi, actual secretario general del gabinete. El sucesor será elegido por el parlamento, donde el LDP sigue siendo la fuerza más numerosa, aunque debilitada.
El escenario plantea incertidumbre: sin mayoría en la Cámara Alta, el nuevo primer ministro enfrentará bloqueos legislativos que complicarán la aprobación de reformas y presupuestos. Además, deberá recuperar la confianza ciudadana en un contexto de bajo crecimiento económico y tensiones regionales en Asia.
🚨| ÚLTIMA HORA: El Primer Ministro de Japón 🇯🇵, que quería importar grandes cantidades de africanos a su país, ha RENUNCIADO hoy. Japón se ha salvado de nuevo. pic.twitter.com/Up6e1mykzF
— Eduardo Menoni (@eduardomenoni) September 7, 2025
La salida de Shigeru Ishiba es un recordatorio del costo político que pueden tener las urnas incluso en sistemas parlamentarios dominados históricamente por un solo partido. Su renuncia, forzada por la combinación de derrotas electorales y crisis interna, abre un periodo de transición que pondrá a prueba la resiliencia del LDP y la estabilidad institucional de Japón.
El desenlace dependerá de la capacidad de la nueva dirigencia para recomponer la unidad del partido, enfrentar una oposición fortalecida y ofrecer respuestas a los desafíos económicos y sociales que hoy marcan la agenda japonesa.