
Lo que podía haber sido una tragedia en Huaral, Perú, se convirtió en una historia de valentía inesperada. Un periodista local fue víctima de un ataque cuando un desconocido arrojó un cartucho de dinamita encendido hacia su casa. La bomba, destinada a estallar dentro de la vivienda, quedó neutralizada gracias a la reacción de Manchis, la perrita de la familia.
Las cámaras de seguridad registraron la escena: tras romper una ventana, el atacante encendió la mecha y lanzó el explosivo al interior. Fue entonces cuando Manchis, en lugar de huir, se acercó con curiosidad, mordió la mecha y la apagó antes de que la dinamita explotara. Su instinto salvó la vida de todos los presentes.
“Cuando salimos al pasadizo, nos encontramos con el artefacto explosivo en el suelo. Inmediatamente llamé a la policía y me dijeron que no tocara nada”, relató el periodista Carlos Mesías, aún conmocionado por lo ocurrido. Tras el susto, la familia revisó las imágenes de seguridad y vio cómo el agresor actuó con total frialdad: “Había un sujeto que se acercó, bajó de una mototaxi, prendió la mecha y lo arrojó por una ventana que ha sido rota hace poco. Después se asomó para ver si seguía prendido”, detalló Mesías.
El cartucho de dinamita fue retirado por personal de la Unidad de Desactivación de Explosivos (UDEX), que realizó el peritaje correspondiente y confirmó que la mecha había sido desactivada gracias a la mordida de la perrita.
El caso no es aislado: en los últimos años, varios periodistas en Perú han sido blanco de amenazas, hostigamientos y ataques vinculados a investigaciones sobre corrupción, tráfico de terrenos y crimen organizado. La familia de la víctima cree que este atentado está relacionado con las denuncias que él había publicado recientemente.
Si bien nadie resultó herido, Manchis sufrió una consecuencia inesperada: la fricción de la pólvora dañó sus cuerdas vocales y ya no puede ladrar con la misma fuerza. Sin embargo, para la familia y la comunidad, eso no le resta el título de heroína. Vecinos y colegas han destacado su valentía y el hecho de que, sin ella, hoy se estaría hablando de una tragedia mayor.
Más allá de lo ocurrido, la historia de Manchis evidencia dos realidades: por un lado, la creciente vulnerabilidad de quienes ejercen el periodismo en contextos de violencia y mafias locales; por otro, la lealtad incondicional de los animales, capaces de arriesgarlo todo para proteger a su familia. En un país donde la libertad de prensa sigue enfrentando riesgos, esta perrita se convirtió en un símbolo inesperado: un recordatorio de que el coraje puede venir de donde menos se espera.