
Un nuevo frente de tensión política y diplomática se abrió tras la filtración de audios grabados ilegalmente en la Casa Rosada, atribuidos a la secretaria presidencial Karina Milei. El episodio, denunciado por el gobierno argentino como parte de una "operación de inteligencia extranjera", desató repercusiones que alcanzaron a Rusia, acusada por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, de estar detrás de la maniobra.
La denuncia oficial sostuvo que los audios formaban parte de un plan de desestabilización política y económica, con vínculos de inteligencia que incluirían a Moscú y Caracas. La gravedad de la acusación obligó a la justicia a intervenir: un juez ordenó prohibir la difusión de las grabaciones, una medida que abrió el debate sobre los límites de la libertad de prensa frente a la seguridad institucional.
La embajada rusa en Buenos Aires emitió un comunicado categórico negando cualquier implicación en la filtración. Calificó los señalamientos como "infundados y falsos", y defendió la vigencia de las relaciones diplomáticas que este año cumplen 140 años. Sin embargo, Moscú dio un paso más: convocó al embajador argentino en su capital, Enrique Ignacio Ferrer Vieira, para exigir explicaciones y mostrar su malestar por la exposición mediática.
El gesto evidenció el impacto que el escándalo tuvo en la relación bilateral. Rusia buscó frenar lo que considera un intento de politización interna a costa de su imagen internacional, mientras que en Argentina el caso escaló como símbolo de la fragilidad institucional en medio de un clima electoral.
Para el oficialismo, los audios son la prueba de una guerra híbrida que busca erosionar la estabilidad del gobierno de Javier Milei. La oposición, en cambio, acusó al Ejecutivo de victimizarse y de apelar a teorías conspirativas para proteger a Karina Milei de cuestionamientos éticos. La medida judicial de censurar la difusión de las grabaciones alimentó críticas sobre posibles intentos de controlar la agenda mediática.
En paralelo, analistas advierten que el conflicto podría afectar las relaciones comerciales con Moscú, especialmente en áreas sensibles como energía y alimentos, donde Argentina y Rusia mantienen acuerdos en curso. El episodio se convierte así en un test de equilibrio entre política doméstica y diplomacia internacional.
❗️Rechazamos categóricamente las acusaciones sobre la posible grabación de conversaciones telefónicas en Casa Rosada por servicios de inteligencia rusos (y venezolanos), considerándolas infundadas y falsas.
— Embajada de Rusia,AR (@EmbRusiaEnArgEs) September 2, 2025
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El escándalo por los audios de la Casa Rosada expone la intersección de espionaje, política interna y relaciones exteriores. La acusación contra Rusia, sumada a la respuesta inmediata de Moscú, proyecta la crisis argentina al plano internacional. El desenlace de esta disputa marcará no solo la estabilidad interna del gobierno de Milei, sino también la forma en que Argentina se reposiciona frente a actores globales en un escenario cada vez más tenso.