
La catastrófica derrota de La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires reavivó las internas y dejó a Sebastián Pareja en la mira. Señalado como el principal responsable del armado fallido, enfrentó presiones para ser desplazado de la coordinación bonaerense. Sin embargo, el temor a que se lleve con él a sus 14 legisladores propios frenó cualquier intento de corrimiento.
El antecedente de Carlos Kikuchi es una sombra latente. Al ser marginado, no sólo armó un bloque propio sino que también impulsó la lista violeta de Unión y Libertad, que superó el punto y medio en las elecciones. En Balcarce 50 temen un déjà vu: que Pareja se reinvente como opositor y fracture aún más el espacio.
El bloque que responde a Pareja ya tiene nombres y territorios. Entre ellos, María Luz Bambaci, Luciano Olivera, Pablo Morillo, Analía Corvino, Maximiliano Bondarenko, Luis Ontiveros, Gonzalo Cabezas, Analía Balaudo, Cecilia Martínez, Matías De Urraza, Carla Pannelli, Mariela Vitale, Francisco Adorni y Juan Osaba. Con ellos en la Legislatura bonaerense, el operador libertario se garantiza capacidad de negociación y, sobre todo, capacidad de daño.
El malestar se multiplica. Desde dentro de la tropa de Pareja, voces como la de Bondarenko admitieron públicamente la crisis económica: “Mi mamá es jubilada y no llega a fin de mes”, dijo. Otros detalles incomodan todavía más: elogios pasados de Morillo a Axel Kicillof, pedidos de reincorporación al Estado de referentes como Osaba, y denuncias por falta de fondos para la fiscalización, lo que dejó mesas sin cobertura libertaria en municipios clave.
Los cuestionamientos no sólo provienen de los caputistas. En el PRO, donde aguantaron ser excluidos de la campaña, ahora pasan factura. “Es evidente que Pareja no puede seguir”, dijo un dirigente, que remarcó que los mejores resultados se obtuvieron en bastiones macristas como Vicente López, San Isidro y Mar del Plata, con el intendente Guillermo Montenegro como protagonista. Incluso en la Sexta Sección, el libertario Oscar Liberman ya rompió con Pareja y abrió diálogo con el sector de Santiago Caputo.
En este escenario, la mesa chica libertaria enfrenta un dilema: desplazar a Pareja y arriesgarse a una fuga parlamentaria, o sostenerlo a regañadientes mientras crecen los reproches internos. Por ahora, eligieron lo segundo. El problema es que la jugada lo fortalece, y convierte a un dirigente cuestionado en un actor indispensable. Como reconocen en las propias filas libertarias: Pareja no se queda por convicción, se queda porque tiene votos.