
En medio de la profunda crisis política en Nepal, ha surgido como figura central Balen Shah -cuyo nombre completo es Balendra Shah-, un ingeniero estructural de 35 años que antes fue rapero y se hizo famoso en la escena musical underground. En 2022 sorprendió al país al ganar la alcaldía de Katmandú como candidato independiente, sin apoyo de partidos tradicionales. Con un estilo directo y confrontativo, se ha posicionado como un referente juvenil que combina lenguaje popular, uso activo de redes sociales y un discurso anticorrupción. Para muchos, encarna la posibilidad de una renovación frente a una clase política desgastada y desprestigiada.
Desde el reciente veto a redes sociales que desencadenó protestas masivas, con más de 20 plataformas bloqueadas y una fuerte represión, el país enfrenta una ola de descontento sin precedentes. Las manifestaciones, lideradas por la generación Z, derivaron en enfrentamientos que dejaron alrededor de 24 muertos y cientos de heridos. El ejército se desplegó, impuso toques de queda y tomó el control de edificios estatales clave para restablecer el orden.
Aunque no participó directamente en las protestas, Shah ha sido percibido como un referente natural: joven, accesible y comprometido con la reforma. Su llamado es claro: calma, preparación y asunción de liderazgo por parte de los jóvenes. Además, ha sido propuesto para integrar un “Consejo Interino Neutral” con la misión de restaurar el orden y facilitar elecciones dentro de un plazo razonable.
Con una reputación cimentada en la sinceridad de sus convicciones, su presencia en redes sociales y su historial como independiente -libre de ataduras partidarias- lo posicionan como una alternativa plausible ante el colapso de las estructuras políticas tradicionales.
En paralelo, Nepal ha recibido apoyo clave del Fondo Monetario Internacional (FMI) para estabilizar su economía durante la crisis política. Un equipo del organismo visitó Katmandú entre el 26 de mayo y el 10 de junio de 2025, y tras discusiones con autoridades locales se acordaron reformas y políticas necesarias para completar la sexta revisión del marco de financiamiento extendido (ECF).
La sexta revisión del Marco de Financiamiento Extendido (ECF) corresponde a una de las evaluaciones periódicas que el FMI realiza antes de liberar cada nuevo tramo de fondos. En esta instancia, el organismo verifica si Nepal cumple con las metas fiscales, de gobernanza y reformas estructurales previamente acordadas. De aprobarse, Nepal tendría acceso a 31,4 millones de DEG (unos 42,7 millones de dólares), lo que elevaría el total del apoyo financiero del FMI a 251,1 millones de DEG (aproximadamente 331,8 millones de dólares).
Más allá del alivio inmediato que supone este financiamiento -clave para sostener reservas internacionales y garantizar importaciones básicas-, el acuerdo también implica compromisos de austeridad, reformas fiscales y mayor control del gasto público. Algunos analistas locales advierten que estas condiciones podrían tensionar aún más la situación social, ya que obligan al gobierno a reducir subsidios y ajustar programas de asistencia en un contexto de gran malestar ciudadano.
La tensión escaló aún más con el incendio declarado en la sede del Congreso nepalí en Katmandú. Aunque aún se investigan las causas, las autoridades no descartan que haya sido un ataque vinculado a las protestas. El siniestro afectó parte del archivo legislativo y obligó a desalojar el edificio, símbolo del poder político central. La imagen de las llamas devorando documentos y mobiliario se volvió viral en las pocas plataformas aún accesibles, reforzando la sensación de vacío institucional y de ruptura con el sistema tradicional.
There is no more parliament in Nepal. pic.twitter.com/79Ew4634vh
— RadioGenoa (@RadioGenoa) September 10, 2025
El primer ministro dimitió ante la presión de la calle, pero los mecanismos constitucionales aún deben ponerse en marcha: si no se logra nombrar un nuevo líder desde el Parlamento, podría convocarse a elecciones anticipadas. Surgen propuestas para formar un gobierno interino que atienda las demandas generacionales y prepare el terreno para una transformación política más profunda.
El ascenso de Shah no es aislado. Desde antes de la crisis actual, su estilo directo y desafiante había generado tensiones con el gobierno federal: reclamó la falta de apoyo a nivel provincial, denunció irregularidades en su administración, y se enfrentó a disposiciones impuestas desde el centro. Incluso amenazó con movilizar acciones simbólicas si empleados municipales llevaban meses sin cobrar —una muestra de su estilo contundente.
Esta dualidad -ser disruptivo y a la vez institucional- lo convierte en un personaje complejo, al que muchos observan como la voz necesaria para encender una nueva etapa en la política nepalí.
Con un país atrapado entre revueltas, pérdidas y anhelos de cambio, Balen Shah representa una chispa de renovación que muchos creen puede prender en algo más transformador. Su anuncio oficial aún no llega, pero el telón político ya lo posiciona como actor clave del futuro inmediato, mientras el respaldo económico internacional fortalece la capacidad del país para superar la crisis, aunque no sin costos ni riesgos para su soberanía económica.