
La incursión de drones rusos en el espacio aéreo polaco encendió las alarmas de seguridad en Europa y reavivó temores de una escalada bélica directa en el continente. El hecho, condenado de forma unánime, exige prudencia, diplomacia y coordinación, pero la respuesta de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, dejó más dudas que certezas.
En su discurso del Estado de la Unión, von der Leyen calificó la incursión como una "violación imprudente e inédita" y prometió solidaridad total con Polonia. Más allá de lo simbólico, sus palabras volvieron a poner a la Unión Europea en un rol de confrontación abierta, apelando a nuevas sanciones y a un incremento de la presión contra Moscú. Sin embargo, lo que parece firmeza puede convertirse en gasolina para un incendio que amenaza con desbordarse.
La retórica de Ursula contrasta con la necesidad de un liderazgo que apueste por la desescalada diplomática y no solo por la demostración de músculo político. Polonia tiene derecho a defender su soberanía, pero Europa tiene el deber de evitar que el continente se hunda en un escenario de guerra extendida.
Mientras se celebran anuncios de millonarios fondos para drones y asistencia militar, no se escuchan propuestas claras de mediación ni de diálogo que apunten a un horizonte de paz. Convertir la crisis en un campo de batalla discursivo puede darle réditos políticos a corto plazo, pero no ofrece salidas reales para una región que vive bajo la sombra de un conflicto prolongado.
Today I want to share the story of Sasha, a Ukrainian child abducted by Russia.
— Ursula von der Leyen (@vonderleyen) September 10, 2025
Sadly, his story is far from unique.
With Ukraine & other partners, I will host a Summit of the International Coalition for the Return of Ukrainian Children.
Every abducted child must be returned! pic.twitter.com/uqRP8cnR67
Al mismo tiempo, el accionar de Rusia es igualmente condenable. La violación del espacio aéreo polaco es un acto que no solo desafía la soberanía nacional, sino que pone en riesgo la seguridad de toda la región. Una provocación de este calibre no puede minimizarse ni justificarse bajo ninguna circunstancia.
Pero responder con la lógica de la confrontación sin vías paralelas de negociación solo agrava un conflicto que ya ha desangrado a Ucrania y tensionado a la OTAN. El riesgo de escalada regional es real, y cada respuesta apresurada de Bruselas o Moscú puede llevar a una espiral de consecuencias que ningún actor parece estar dispuesto a controlar.
Europe is in a fight.
— Ursula von der Leyen (@vonderleyen) September 10, 2025
A fight for our liberty and our ability to determine our destiny for ourselves.
This must be Europe’s Independence Moment.
A moment we can seize if we're united ↓ https://t.co/EcrY5Mi7kU
La Unión Europea necesita firmeza, sí, pero también necesita visión estratégica. Convertir cada crisis en un campo de batalla político entre Bruselas y Moscú no solo encierra a Europa en la lógica de la guerra perpetua, sino que además erosiona la confianza ciudadana en una dirigencia que parece más interesada en la confrontación que en la paz.
El desafío, hoy más que nunca, es condenar la agresión sin renunciar a la diplomacia. Ursula eligió el camino de la retórica encendida, cuando lo que exige el momento es un liderazgo capaz de equilibrar la defensa con propuestas concretas de diálogo. Europa debe demostrar que es posible ser firme sin ser irresponsable, y que proteger su soberanía no significa sacrificar la paz.