
La capital francesa se vio sacudida por una movilización masiva bajo la consigna "Bloquons tout", que busca paralizar el país y manifestar el descontento ciudadano ante las políticas de austeridad del gobierno de Emmanuel Macron y el nuevo primer ministro, Sébastien Lecornu. Estudiantes, maestros, trabajadores y exmiembros de los chalecos amarillos se unieron en protestas que incluyeron marchas, bloqueos de calles y estaciones, y la instalación de barricadas en diversos puntos de la ciudad.
La protesta se ha extendido a otras ciudades del país, con el objetivo de presionar al Ejecutivo para que revierta recortes en pensiones, reducción de días festivos y otras medidas de austeridad. La convocatoria, difundida principalmente a través de redes sociales y aplicaciones de mensajería, refleja un movimiento amplio y horizontal, sin liderazgo centralizado, que ha logrado unir a distintos sectores sociales en torno a un reclamo común.
La jornada no ha estado exenta de incidentes: la policía ha desplegado 6.000 efectivos en París y un total de 80.000 en todo el país para contener la protesta. Hasta el momento, se han registrado entre 200 y 300 detenciones en la capital, con enfrentamientos que incluyeron el uso de gases lacrimógenos y dispersión de barricadas.
El transporte público se ha visto afectado, con cierres de estaciones estratégicas como Châtelet–Les Halles, mientras que la circulación vehicular se ha interrumpido en varias arterias principales. Las escuelas y algunos servicios públicos han experimentado bloqueos temporales, evidenciando el impacto logístico de la movilización.
El estallido de las protestas coincide con la asunción de Sébastien Lecornu como nuevo primer ministro, lo que ha generado la percepción de continuidad en políticas impopulares. Además, la falta de un liderazgo formal dentro del movimiento refleja la creciente influencia de la organización digital y la espontaneidad de las redes sociales para articular acciones de protesta.
Los manifestantes critican la desconexión del gobierno con los ciudadanos y denuncian la creciente desigualdad social, exigiendo la reversión de recortes que consideran injustos y una mayor participación ciudadana en la toma de decisiones económicas. La situación ha sido comparada con el movimiento de los chalecos amarillos, aunque con un perfil más joven y descentralizado.
#BREAKING 🚨🔥🇫🇷
— Frankie™️🦅 (@B7frankH) September 10, 2025
Anti Macron protests is getting out of hand in France. There are major Clashes With Police On The Streets Of Paris and Other Major Cities.
Protestors are demanding immediate resignation from Macron and general elections.
France must put Le Pen in charge… pic.twitter.com/0iRKxVFvbt
La ola de manifestaciones evidencia una crisis de legitimidad para el Ejecutivo francés, que enfrenta un desafío directo desde la calle y un parlamento fragmentado. El nuevo primer ministro deberá lidiar con un escenario volátil, donde la presión social y la posibilidad de una moción de censura podrían marcar el rumbo de su gestión.
Las próximas jornadas serán cruciales para evaluar si el movimiento logra mantener la presión y expandirse, o si el gobierno consigue estabilizar la situación mediante diálogo o medidas de contención. La capacidad de coordinación entre manifestantes y la respuesta de las autoridades determinarán el impacto final de estas protestas en la política francesa actual.