
¿Alguien se preocupa por aprovechar el potencial socialmente útil de las nuevas tecnologías? ¿Tan difícil es usarlas como herramientas a nuestro favor? ¿La IA y la robótica ponen en riesgo el trabajo humano? ¿De qué manera podemos estar advertidos sobre los peligros comunes en los entornos digitales, como la autoexplotación, la pérdida de privacidad, la alienación, el aislamiento o la soledad, entre otros?
De manera superficial estas preguntas esbozan apenas el espíritu de Nada Respetable, una revista digital de análisis de tendencias y de reflexión sobre el impacto social y cultural de lo tech, es decir, sobre los grandes dramas de la época y su técnica.
Como declara en su Manifiesto: Tech for people who fuck, Nada Respetable reconoce que la “mejor función que puede tener este espacio es discutir las oleadas submarinas de la cultura, aquello que está sucediendo mar adentro sin que nadie lo sindique y lo reporte. Hay que salir a buscar lo que permanece intrazable”.
El proyecto nació hace dos años como un newsletter de la plataforma Substack, y a comienzos de este año migró a nadarespetable.com para diversificar contenidos y expandirse un poco más. Incluso, a partir del boom que están teniendo sus videoensayos le propusimos este ida y vuelta a Aaron Marcos Arias, el padre de la criatura.
-Una forma de conocer un medio es a través de su público ¿Cuál es el público objetivo o ideal de NR?
-Gente con un background e interés en las humanidades, que por pragmatismo o por convicción terminó trabajando en Tech y quiere elevar la conversación. Especialmente porque estamos en una época en la que se está comenzando a entender que saber escribir código no necesariamente te da herramientas para operar sobre otras dimensiones de la realidad. Tenemos una élite con mucho poder económico y estratégico, pero culturalmente austera. Esto sucede en las más altas esferas, donde quienes son vivos deciden financiar un ecosistema de pensadores, artistas y "comunicadores" para ordenarse filosóficamente, lanzar dispositivos propagandísticos y ganar soft power. Y bueno, con todo este asunto de la IA hay compañías contratando a poetas y filósofos como consultores porque se metieron en un berenjenal que no terminan de entender.
-Entre los tecno optimistas de la innovación interminable, el entusiasmo macabro de los aceleracionistas y los luditas, melancólicos y reaccionarios ¿en qué parte del espectro ideológico tech se posiciona Nada Respetable?
-Todas las anteriores.
-En uno de los textos desarrollaste el concepto de fricción entre los usuarios y las apps o plataformas de servicios ¿A qué niveles nos perjudica que todo sea cada vez más fácil, accesible y rápido?
-Nos cansa, porque nos hace trabajar gratuitamente en uno de los peores empleos del mundo: filtrar en tiempo real un input de información no-curada. Nos pone en una posición en la que podemos, o desear y tomar decisiones todo el tiempo, o dejarnos estar mientras nos sirven contenido. Ahora bien, podríamos decir que esta segunda opción es análoga a la televisión. Pero hay varias distinciones que hacen a la televisión más noble que internet. Tiene que ver con barreras de entrada y esquemas de distribución. Internet es un consumo solitario, individual. La televisión es comunicación de uno (una corporación, un grupo de presión, un establishment cultural) a muchos. Es cultura de masas. Habrá que ver qué es internet.
-Cuando habla de IA y destrucción de valor, ¿se refiere al trabajo humano socialmente reconocido? Algunos agoreros hasta vaticinan la desaparición del trabajo humano a mediano plazo.
-No creo que vaya a desaparecer el trabajo humano, ni siquiera en el largo plazo. Lo que estamos viendo es un achicamiento de la clase media junto con sus expectativas y formas de pensarse como trabajadora. Esto es un fenómeno global, para el cual Occidente -paradójicamente- no tiene un modelo social compatible. China, India y Rusia, por ejemplo, son países que toleran una estratificación social brutal si puede garantizarse a la población cierto nivel de comfort y seguridad. En cambio, Occidente está construido sobre el mito del “self-made man”, hay una constante presión hacia arriba que alimenta la renovación de elites pero que hoy encuentra un límite histórico. Si fuese catastrofista, te diría que la clase media en la que crecimos fue un fenómeno del Siglo XX, no una “nueva normalidad”. Es algo presente en el discurso online de influencers crypto-tech: la idea de que en los próximos meses/años “va a ocurrir algo” que defina un nuevo orden de cosas, y quienes consigan el éxito económico antes de ese suceso evitarán convertirse en una “subclase permanente”. Por supuesto, para la gente de tech en general y de crypto en particular, siempre hay una “próxima gran cosa” que no te podes perder. Pasamos de la retórica del cohete (to the moon) a los botes de rescate.
-¿En el sector tech sobrevive el dogma hippie y libertario fundante o se impone la doctrina de seguridad que profesa Palantir, por encima de los ideales de “libertad”?
-Tech no es un monolito. Tiene un grado de atomización intelectual similar al trotskismo. La atomización no implica profundidad, vale la pena aclarar. Por otro lado, podes ser un liberal en casa y un fascista afuera. Buena parte del ecosistema, la más políticamente expuesta, está aliada a Trump. Son liberales "anti-woke" procomplejo militar industrial. Esto es consistente con las raíces ideológicas de tech. Stewart Brand, uno de los padres de Silicon Valley, era un hippie amigo de investigadores de DARPA. Es cierta doble conciencia que caracteriza al ecosistema desde sus inicios.
-¿Realmente la tecnología está en un momento de despliegue acelerado sin precedentes o en realidad está en un momento de estancamiento como dice el ansioso de Thiel?
-Siempre se puede ir más lento y siempre se puede ir más rápido. Es cierto que en los últimos años se rompieron cosas que parecerían no tener arreglo, y se rompieron muy rápido. Creo que la pandemia fue un gran acelerador en la adopción de muchas tecnologías - y las métricas me respaldan. Está todo en el ojo del observador. Si te parece que vamos lento, decime qué es rápido y vemos a quién beneficiaría "rápido" y quiénes están pisando el freno.
-¿Existe una manera de zafar de la guerra cognitiva que no sea quedar offline?
-No.