
La condena de Jair Bolsonaro a más de 27 años de prisión por conspiración golpista en Brasil desató un nuevo frente diplomático con Estados Unidos. El secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, aseguró que su país "responderá en consecuencia" ante lo que consideró una injusticia flagrante contra el expresidente brasileño.
Rubio acusó al juez Alexandre de Moraes, quien encabezó el proceso en la Corte Suprema, de ser un "abusador de derechos humanos" y denunció que el juicio estuvo marcado por motivaciones políticas. Para Washington, el fallo constituye una "cacería de brujas" contra un líder opositor, lo que abre la puerta a sanciones y represalias diplomáticas.
El Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil reaccionó con dureza a las declaraciones, calificándolas de injerencia inadmisible en asuntos internos. Brasilia defendió la legitimidad del proceso judicial y recordó que la democracia del país no se verá intimidada por presiones externas. La cancillería señaló que la evidencia contra Bolsonaro fue sólida y que el fallo refuerza el compromiso de las instituciones con el Estado de derecho.
Las declaraciones de Rubio profundizan las tensiones en una relación bilateral ya marcada por diferencias sobre comercio, medio ambiente y política regional. Brasil, bajo el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva, busca fortalecer su autonomía frente a Washington y ha consolidado vínculos con otros actores globales, incluidos China y la Unión Europea.
El apoyo abierto de EE.UU. a Bolsonaro también refleja la fractura ideológica interna en la política estadounidense, donde sectores conservadores ven en el exmandatario brasileño un aliado estratégico en el continente.
The political persecutions by sanctioned human rights abuser Alexandre de Moraes continue, as he and others on Brazil's supreme court have unjustly ruled to imprison former President Jair Bolsonaro.
— Secretary Marco Rubio (@SecRubio) September 11, 2025
The United States will respond accordingly to this witch hunt.
La sentencia contra Bolsonaro es histórica: nunca antes un expresidente brasileño había sido condenado a prisión por un intento de golpe de Estado. Su peso simbólico trasciende las fronteras y envía un mensaje sobre los límites a la radicalización política en América Latina.
Sin embargo, la postura de Washington amenaza con reconfigurar el tablero diplomático regional. Si se confirman sanciones o medidas contra Brasil, la tensión podría extenderse a foros internacionales y debilitar la cooperación hemisférica en temas como seguridad, economía y medioambiente.
En este nuevo escenario, la disputa en torno al destino judicial de Bolsonaro se convierte en un capítulo más de la pugna geopolítica entre Estados Unidos y América del Sur.