
La tensión en el este de Europa volvió a aumentar después de que una serie de drones rusos ingresara en el espacio aéreo polaco durante la semana. El hecho fue considerado por Varsovia como una de las violaciones más graves de los últimos años y obligó a convocar de urgencia a la OTAN para activar mecanismos de defensa.
En respuesta, la Alianza Atlántica anunció el lanzamiento de la operación “Centinela Oriental”, un despliegue coordinado de tropas, sistemas de defensa aérea y equipos especializados para contrarrestar amenazas no tripuladas. Francia fue uno de los primeros países en reaccionar con el envío de tres cazas Rafale a territorio polaco, sumándose a un dispositivo en el que también participan Alemania, España, Reino Unido y Dinamarca. Se trata de aviones de combate de última generación, capaces de cumplir múltiples funciones: desde interceptar drones y misiles hasta realizar misiones de ataque o reconocimiento, lo que los convierte en una de las piezas más versátiles y disuasivas de la aviación militar europea. El objetivo es reforzar la vigilancia, garantizar la integridad del espacio aéreo y enviar un mensaje de unidad frente a Moscú.
La decisión llega en un contexto delicado: desde que comenzó la invasión rusa a Ucrania en 2022, los países situados en el flanco oriental de la OTAN han reclamado mayor presencia militar aliada. Polonia, en particular, comparte frontera tanto con Bielorrusia como con el enclave ruso de Kaliningrado, dos puntos estratégicos que han sido utilizados en el pasado para ejercicios militares y operaciones de presión geopolítica.
La operación no se limita al despliegue de aviones de combate. Incluye sistemas de radar integrados, interceptores antiaéreos y unidades entrenadas para neutralizar drones, una herramienta que se convirtió en protagonista de la guerra moderna por su bajo costo y su efectividad en ataques de saturación. Estos mecanismos buscan cerrar posibles brechas de seguridad y evitar que incidentes similares se repitan.
Históricamente, el Artículo 4 del Tratado del Atlántico Norte —invocado por Polonia tras la incursión— ha sido utilizado en situaciones de amenaza, pero rara vez condujo a una respuesta tan rápida y coordinada. En comparación, durante la Guerra Fría la OTAN desplegaba tropas y misiles de forma disuasiva, pero el escenario actual obliga a enfrentar un tipo de agresión más difusa, donde los drones y ciberataques reemplazan a los tanques y bombarderos como primera línea de hostigamiento.
El lanzamiento de “Centinela Oriental” también tiene un fuerte componente simbólico: busca demostrar que la OTAN no solo responde en caso de una invasión directa, sino que actúa ante provocaciones que ponen en riesgo la seguridad de sus miembros. Para Polonia, este respaldo es clave en medio de una guerra que, aunque se libra en Ucrania, tiene repercusiones directas sobre toda la región.
Las próximas semanas serán determinantes. Mientras Rusia y Bielorrusia preparan maniobras militares conjuntas cerca de la frontera, los aliados refuerzan su presencia con la intención de disuadir nuevas incursiones. La situación confirma que, más de tres décadas después del fin de la Guerra Fría, Europa vuelve a vivir un clima de confrontación en el que la defensa aérea y la cooperación militar ocupan un lugar central.