
El icónico barrio de La Boca está viviendo un renacer social y urbano con la reapertura de sus tradicionales cantinas de la calle Necochea. Tras años de abandono, desidia e intrusión, las históricas cantinas Los Tres Amigos y Gennarino fueron adquiridas por la Fundación CasaSan, que las está transformando en un centro de actividad social y comunitaria.
La iniciativa es impulsada por la presidenta de la Fundación, Mercedes Frassia, quien convirtió una tragedia personal –la muerte de su hijo Santiago por adicción a las drogas– en un motor de cambio. "La gran noticia es que vuelven las cantinas. Vuelve la alegría. Vuelve un lugar en el que uno podía festejar en familia y con amigos", afirmó Frassia, destacando que el proyecto busca que "la felicidad de ayudar a otro" sea la principal premisa.
El proyecto de la Fundación va mucho más allá de la gastronomía y las celebraciones. En la cantina Los Tres Amigos, que abrió sus puertas en agosto, se ofrecen diversos servicios sociales para los vecinos del barrio:
Apoyo psicológico: Un profesional atiende por demanda espontánea tres veces por semana.
Apoyo escolar y merienda: Clases de apoyo y merienda para los niños, también tres veces por semana.
Servicios gratuitos: Los sábados, el lugar funciona como una feria de servicios con enfermería y peluquería gratis.
Además, se realizan shows musicales, actividades teatrales y se entregan alimentos de forma gratuita a la comunidad, en una movida solidaria que se repite cada fin de semana.
La restauración se realizó con una estrategia poco convencional: sin pedir seguridad ni recurrir a la policía. La clave fue construir comunidad y contar con el apoyo de los vecinos y de gente en situación de calle que se acercó a colaborar. Para el trabajo más duro de limpieza, Mercedes contrató a cinco personas en situación de calle, quienes se convirtieron en su "escudo de protección" y, con su trabajo, demostraron a todos que "se puede salir" de la vulnerabilidad.
El esfuerzo fue colosal. Las cantinas, que llevaban años abandonadas, estaban llenas de "pilas y pilas de botellitas de plástico de fernet y montañas de basura". Para la limpieza, se utilizaron 120 contenedores que fueron donados por la comuna. La obra se financió casi por completo con donaciones de la gente y empresas como Metro Gas que realizó la instalación de forma gratuita.
El resultado es un lugar icónico, con murales espectaculares y una iluminación que le da un nuevo rostro a la calle. "Nadie podía creerlo, pensaban que sólo mostraba el render", recuerda Frassia sobre la reacción de las autoridades. Hoy, la gente del barrio está "enloquecida" de alegría al ver que las promesas, por fin, se hicieron realidad.