
Santiago Caputo cerró la semana consolidando su estilo: operar desde las sombras, generando incertidumbre y desconcierto dentro del Ejecutivo nacional. El asesor sin cargo oficial ha manifestado en varias oportunidades su malestar con el clima en Casa Rosada, fijando octubre como fecha límite para su permanencia, aunque pocos creen que realmente se concrete.
El dilema de Caputo no es menor: decidir qué hacer con los libertarios que responden a él, ya sea que tengan cargos formales o actúen desde afuera. Desde el inicio de la gestión de La Libertad Avanza, Caputo ha transitado la Casa Rosada con la libertad de un funcionario, accediendo a salones y pasillos restringidos a cualquier ciudadano sin autorización.
Dentro del espectro libertario, conviven los “institucionalizados” –como Agustín Romo (jefe del bloque de diputados de LLA en la Legislatura bonaerense), Nahuel Sotelo (secretario de Culto y Civilización del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto) y Santiago Santurio (diputado nacional)– y los rebeldes que operan desde fuera del armado formal. La decisión de Caputo sobre su continuidad impactaría directamente sobre las “cajas” de poder que controla, incluyendo la SIDE, el Ministerio de Salud y ARCA.
El entorno de Karina Milei observa con atención la situación y, según fuentes internas, algunos funcionarios podrían ser “pescados” por el karinismo si Caputo oficializa su salida. En paralelo, figuras como Francisco Adorni, próximo legislador bonaerense, ya se preparan para ocupar espacios estratégicos, en algunos casos desplazando a operadores históricos como Romo.
En este marco, la pregunta sobre el control de los libertarios en redes y dentro de la gestión se torna crucial. Tanto Luis Juez, senador por Córdoba, como el vocero karinista Manuel Adorni, coinciden en que buena parte de la influencia en el mundo libertario está en manos de Caputo, incluso de aquellos como Daniel Parisini (GordoDan) que no forman parte de la estructura formal del Gobierno.
Así, la salida de Caputo no sería solo un cambio de cargo, sino un ajuste de poder con efectos directos sobre la gestión de Javier Milei, las estructuras internas del partido y la coordinación de los operadores digitales y políticos. El dilema de “Las Fuerzas del Cielo” refleja la fragilidad del control interno del Ejecutivo y la capacidad de Caputo de decidir qué sectores del poder libertario quedan bajo su influencia, más allá de la Casa Rosada.