
Así lo dio a conocer el último informe del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, en Diputados. Las causas que motivaron a 18.659 a abandonar el servicio activo son el retraso salarial y la falta de estímulos profesionales.
La fuerza más afectada fue el Ejército, sobre todo entre los que integran la tropa voluntaria. Las Fuerzas Armadas cuentan en la actualidad con 83.000 efectivos desplegados a lo largo y a lo ancho del país, pero es notorio que en los últimos meses se fueron 14.614 personas que pertenecían al Ejército, 2.971 a la Fuerza Aérea y 1.074 a la Armada.
Oficiales de alto rango del Ejército Argentino opinan que se trata de un problema de larga data: “No es un problema nuevo, se viene dando hace diez años. Pero no por eso deja de ser alarmante y preocupante”.
Otras fuentes castrenses insisten en marcar una direfencia: “Es un número excesivo. Además de las bajas debe contabilizar el personal retirado, que no es lo mismo. El retiro comprende a los que cumplen los años de servicio. Desde el punto de vista estadístico no presenta ninguna alarma. El movimiento de soldados es normal. Todos los años hay bajas y altas”.
Es significativo que el número de bajas se da en ciudades como Buenos Aires y Córdoba, y entre los militares que tienen otra profesión. Un cabo enfermero en un Hospital Militar percibe un salario limpio de retenciones en el orden de unos $500.000, mientras que el sector privado cobra por encima de $1.000.000. Esa diferencia explica parte de las bajas.
Los magros salarios afectan a los militares de menor rango, pero también es un problema que tienen los oficiales de jerarquía. Un capitán y un teniente de navío cobran $1.055.067, un teniente primero y de un teniente de fragata llega a $938.420. Un teniente del Ejército y un teniente de corbeta tienen un sueldo de $846.017, mientras que los oficiales de grado menor apenas cobran $766.215, exactamente la mitad de lo que gana un vigilador privado que trabaja para una empresa de seguridad.
GZ