
En medio de la demanda judicial que enfrenta en Argentina por la muerte de un futbolista vacunado contra el Covid-19, AstraZeneca vuelve a estar en el centro de la polémica.
La farmacéutica británica sostiene en su código de ética que “no toleramos el soborno ni ninguna otra forma de corrupción”, pero su historial muestra lo contrario: en 2016 debió pagar una multa de 5,5 millones de dólares tras comprobarse que había sobornado a médicos en China y Rusia.
La investigación de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos (SEC) reveló que, entre 2005 y 2010, las filiales de la empresa implementaron un esquema de pagos ilegales para garantizar la venta de sus medicamentos.
Según el informe, personal de ventas y marketing, con autorización de distintos niveles de gerencia, diseñaron mecanismos para entregar dinero en efectivo, viajes, conferencias pagadas y regalos a médicos de hospitales estatales.
En China, incluso se abrieron cuentas bancarias a nombre de profesionales de la salud para canalizar los sobornos, mientras que se presentaban recibos falsos para encubrir el flujo de dinero. El caso también detectó pagos a funcionarios con el objetivo de reducir o evitar sanciones contra la filial.
A pesar de que AstraZeneca se comprometió públicamente a mantener “estrictos controles de calidad” y promover “ventas responsables”, la resolución del caso dejó en evidencia las contradicciones de la compañía.
Tras la multa, la empresa se limitó a declarar que estaba “contenta de haber resuelto” el asunto, mientras que el Departamento de Justicia estadounidense dio por concluida la investigación.
El antecedente vuelve a cobrar relevancia mientras la farmacéutica enfrenta cuestionamientos en Argentina y otros países, donde la transparencia y las prácticas corporativas de la firma están bajo un fuerte escrutinio público.
FS