
El presidente Donald Trump confirmó que fuerzas militares estadounidenses llevaron a cabo un segundo ataque cinético contra una narcolancha procedente de Venezuela, vinculada a carteles de narcotráfico y grupos catalogados como narcoterroristas. El operativo se realizó en aguas internacionales bajo el mando del SOUTHCOM y tuvo como resultado la muerte de tres tripulantes, sin bajas entre las fuerzas de Estados Unidos.
Trump explicó que la operación responde a la necesidad de proteger la seguridad nacional y a millones de ciudadanos estadounidenses afectados por el narcotráfico. “Si transportan drogas que matan americanos, los estamos cazando”, advirtió en un mensaje difundido en sus redes sociales, subrayando que estas acciones buscan terminar con décadas de impunidad de organizaciones criminales que envenenan a comunidades enteras.
La administración Trump considera al Tren de Aragua y otras redes criminales asociadas al chavismo como amenazas directas a la seguridad de EE.UU. La decisión de escalar las operaciones en el Caribe refleja una estrategia de mano dura, diseñada para cortar las rutas marítimas que trasladan cocaína y otras drogas hacia el norte.
En su mensaje, Trump insistió en que estas estructuras son más que simples carteles: las calificó como narcoterroristas, capaces de desestabilizar gobiernos y extender violencia más allá de Venezuela. El ataque, por tanto, se interpreta como una advertencia no solo a los criminales, sino también al régimen de Nicolás Maduro, acusado de complicidad en estas operaciones.
El gobierno de Maduro calificó el hecho como una agresión militar, denunciando la acción como una violación a su soberanía. Sin embargo, desde Washington la narrativa es clara: se trató de un golpe legítimo contra una embarcación involucrada en narcotráfico, en un escenario donde las autoridades venezolanas no actúan contra estas redes.
El contraste entre ambas posturas refuerza la percepción de que Venezuela se ha convertido en un santuario del crimen organizado, protegido por sectores del chavismo. En este sentido, los ataques de EE.UU. buscan suplir la ausencia de un Estado de derecho funcional y enviar un mensaje contundente a quienes trafican drogas en la región.
"This morning, on my Orders, U.S. Military Forces conducted a SECOND Kinetic Strike against positively identified, extraordinarily violent drug trafficking cartels and narcoterrorists in the SOUTHCOM area of responsibility...." - President Donald J. Trump pic.twitter.com/WhOdu8L68n
— The White House (@WhiteHouse) September 15, 2025
Este segundo ataque ratifica la estrategia de Trump de no esperar a que el problema del narcotráfico golpee las fronteras, sino enfrentarlo directamente en el Caribe. La doctrina se basa en la idea de que la prevención activa es más eficaz y menos costosa que lidiar con las consecuencias en territorio estadounidense.
Además, la campaña contra las narcolanchas venezolanas proyecta la imagen de un presidente dispuesto a proteger la seguridad interna sin titubeos. El mensaje a sus bases es claro: no habrá tolerancia con el narcotráfico ni con los regímenes que lo amparan.
#URGENTE | Donald Trump acaba de compartir el video de otra narco-lancha de Maduro siendo aniquilada. pic.twitter.com/8PL2c8Ycvu
— Orlando Avendaño (@OrlvndoA) September 15, 2025
La decisión de Trump de intensificar la ofensiva contra el narcotráfico venezolano lo coloca como un líder decidido a tomar medidas drásticas para salvaguardar a Estados Unidos. Frente a un escenario donde la complicidad del chavismo es cada vez más evidente, los ataques refuerzan su narrativa de firmeza y liderazgo.
Lejos de ser un gesto aislado, este segundo operativo se enmarca en una estrategia que combina presión militar, diplomática y política contra Maduro. Para Trump, cada narcolancha destruida es una victoria simbólica y práctica en la lucha por la seguridad de los estadounidenses.