
Los padres de León Aquino, el bebé de 18 meses que falleció en septiembre de 2021 tras una sucesión de maltratos y torturas en la vivienda familiar de Berazategui, fueron condenados a prisión perpetua.
El tribunal consideró probado que la madre, Yésica del Carmen Aquino, cometió “homicidio agravado por el vínculo, ensañamiento y alevosía”, mientras que el padrastro, Roberto Carlos Fernández, fue hallado culpable de “homicidio agravado por ensañamiento y alevosía”. Ambos habían sido declarados culpables por un jurado popular diez días atrás y la audiencia de este lunes definió la extensión de la pena.
Durante el juicio, Aquino y Fernández intentaron desligarse de responsabilidad. “No fui una buena mamá, pero no maté a mi hijo”, dijo la mujer en sus últimas palabras, mientras que Fernández insistió: “Soy inocente, no soy el monstruo que describieron”. Las defensas pidieron la absolución, aunque sus planteos fueron desestimados frente a la contundencia de las pruebas.
El relato de la fiscalía describió un escenario de violencia cotidiana. León y sus hermanos vivían expuestos a prácticas crueles: les colocaban pan en las cunas para atraer hormigas, los ahogaban en agua, los golpeaban con palos, los obligaban a caminar descalzos sobre piedras o a soportar baños de agua helada. A León, en particular, le ponían pimienta en la leche, lo asfixiaban con almohadas, lo mordían y le clavaban alfileres y agujas en el cuerpo.
El 23 de septiembre de 2021, el niño ingresó al hospital El Cruce de Florencio Varela tras una golpiza. Pese a los intentos médicos, murió días después por una septicemia traumática. La autopsia confirmó el horror: múltiples golpes, mordeduras, pinchazos y una aguja de 2,5 centímetros incrustada en su espalda, que le provocó hemorragias y una infección irreversible.