17/09/2025 - Edición Nº953

Internacionales

Inversión extranjera

Qatar ya controla más propiedades en Londres que el propio rey Carlos

16/09/2025 | Hoteles de lujo, rascacielos y barrios exclusivos forman parte del imperio qatarí en la capital británica.



En las últimas tres décadas, Londres se convirtió en el epicentro de una de las mayores operaciones de inversión extranjera en Europa. El emirato de Qatar, a través de su fondo soberano y de empresas estatales, posee hoy más propiedades en la capital británica que la propia familia real encabezada por el rey Carlos III.

El desembarco comenzó a mediados de los años noventa, cuando el boom del gas natural licuado convirtió a Qatar en uno de los países con mayor riqueza per cápita del mundo. Con esa nueva capacidad financiera, el gobierno qatarí creó una estrategia de diversificación para reducir la dependencia de los hidrocarburos, y Londres se transformó en una de sus principales vitrinas.


Canary Wharf.

En 2005 se produjo una de las primeras adquisiciones resonantes: el famoso hotel Savoy, símbolo del lujo británico, pasó a manos del emirato. Más tarde se sumaron otros íconos como el rascacielos The Shard, el más alto de Europa Occidental, y los grandes almacenes Harrods, uno de los puntos comerciales más visitados de la ciudad. También adquirió Canary Wharf, el distrito financiero donde operan bancos y aseguradoras de alcance global, y la Villa Olímpica construida para los Juegos de 2012, reconvertida en complejo residencial.


Almacenes de Harrods, adquiridos por Qatar.

A estas propiedades se agregan participaciones estratégicas en empresas británicas clave, como la aerolínea International Airlines Group (dueña de British Airways) y la petrolera BP, lo que consolida aún más la influencia qatarí. Se calcula que, en conjunto, el valor de los activos de Qatar en el Reino Unido supera los 40.000 millones de libras.

El contraste con la monarquía británica es evidente: mientras la Corona mantiene tierras históricas, palacios y castillos repartidos por todo el país, Qatar concentra en pocos años un imperio moderno en el corazón de Londres. La situación plantea un interrogante de fondo: ¿hasta qué punto la propiedad extranjera de activos estratégicos redefine el equilibrio de poder en una ciudad que combina tradición monárquica con un presente moldeado por el capital global?

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