
El discurso de Javier Milei sobre el envío del Presupuesto 2026 abrió lecturas dispares en las provincias. En Mendoza, el ministro de Gobierno, Infraestructura y Desarrollo Territorial, Natalio Mema, no solo celebró el gesto presidencial, sino que también arremetió con dureza contra la oposición parlamentaria.
Mema definió el proyecto como “bastante auspicioso” y valoró el intento de alcanzar consensos en el Congreso. A su juicio, mantener el orden fiscal es la base de cualquier recuperación económica y la prioridad de un gobierno que, según subrayó, enfrenta la resistencia de quienes “ya conocemos el desastre que dejaron en el país sin orden”.
El funcionario provincial reservó sus críticas más duras para el Poder Legislativo. “Este año y el pasado vimos un Congreso que genera gastos que el Ejecutivo no tiene previstos”, dijo, al cuestionar iniciativas que atribuyó a los mismos sectores responsables del déficit y la inflación. Según su lectura, se trata de proyectos “tirados de los pelos” para rescatar a sectores que ellos mismos “hundieron”.
Sobre los reclamos sociales, Mema admitió la necesidad de atender a jubilados, universidades y personas con discapacidad, pero insistió en que debe ser el Ejecutivo quien marque la iniciativa. En su mirada, la lógica actual de sancionar leyes que después son vetadas es “muy poco constructiva” y debilita la política en lugar de ordenarla.
El análisis provincial también puso la lupa en la frase de Milei: “lo peor ya pasó”. Mema se mostró cauto pero optimista, interpretando que tras una etapa de ajuste “muy dura para buena parte de la población”, ahora se abre la posibilidad de dinamizar el aparato productivo. Un mensaje de alivio, pero también de advertencia sobre los costos sociales ya pagados.
Finalmente, el ministro apeló a la memoria reciente para reforzar su argumento. Recordó que el presupuesto 2022 de Sergio Massa proyectaba 73% de inflación y terminó superando el 230%. Contrastó esa experiencia con el proyecto actual, al que calificó como “la mejor forma de controlar al gobierno” y al mismo tiempo “dar previsibilidad a los inversores”. Una defensa cerrada del ajuste, con un guiño a los mercados y un ataque a la oposición que busca reposicionarse.