
El 22 de septiembre de 2025, Francia, Reino Unido y Canadá darán un paso histórico al reconocer oficialmente al Estado de Palestina durante la Asamblea General de la ONU. Esta decisión marca un cambio significativo en la política exterior de estas naciones, que hasta ahora habían adoptado una postura neutral o condicionada respecto al conflicto israelí-palestino.
El conflicto entre israelíes y palestinos tiene sus raíces en la primera mitad del siglo XX. En 1917, la Declaración Balfour del gobierno británico expresó apoyo a la creación de un "hogar nacional para el pueblo judío" en Palestina, entonces bajo mandato británico. Esta declaración generó tensiones con la población árabe local, que temía la pérdida de su tierra y derechos.
En 1947, la ONU aprobó el Plan de Partición, que proponía dividir Palestina en dos estados: uno judío y otro árabe, con Jerusalén bajo administración internacional. Los líderes judíos aceptaron el plan, pero los árabes lo rechazaron, lo que llevó a la guerra tras la declaración de independencia de Israel en 1948. Como resultado, cientos de miles de palestinos fueron desplazados, un evento conocido como la Nakba ("catástrofe" en árabe).
Desde entonces, el conflicto ha continuado con episodios de violencia, ocupación de territorios palestinos por parte de Israel y esfuerzos de paz que no han logrado una solución duradera.
A pesar de los desafíos, la comunidad internacional ha mostrado un creciente apoyo al reconocimiento del Estado de Palestina. En 1974, la ONU reconoció el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación e independencia. En 1988, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) proclamó la independencia de Palestina, siendo reconocida por numerosos países.
En 2012, la ONU otorgó a Palestina el estatus de "Estado observador no miembro", un paso importante hacia su reconocimiento pleno. Sin embargo, Palestina aún no es miembro pleno de la ONU debido a la falta de consenso en el Consejo de Seguridad.
El reconocimiento por parte de Francia, Reino Unido y Canadá se produce en un contexto de creciente presión internacional sobre Israel debido a la crisis humanitaria en Gaza y la expansión de los asentamientos israelíes en Cisjordania. La comunidad internacional espera que este reconocimiento impulse nuevas iniciativas para una solución justa y duradera al conflicto, basada en la coexistencia pacífica de dos estados: Israel y Palestina.
Este desarrollo marca un hito en la diplomacia internacional y podría tener implicaciones significativas para el futuro del conflicto israelí-palestino, abriendo nuevas posibilidades para el diálogo y la paz en la región.