
por Rosario Castagnet
El presidente Gustavo Petro llegó a Nueva York para participar en la Asamblea General de la ONU, donde pronunciará su última intervención como jefe de Estado. El mandatario colombiano llega a un escenario marcado por fuertes tensiones con la administración de Donald Trump, que recientemente decidió descertificar a Colombia en materia de lucha antidrogas. Esa decisión dejó en evidencia la pérdida de confianza en Bogotá y añade un factor de presión adicional a su visita.
La presencia de Petro en el foro multilateral se extenderá por casi una semana, en la que no solo tendrá encuentros bilaterales, sino también la oportunidad de defender un modelo que ha sido cuestionado tanto dentro como fuera del país. Su estrategia intenta posicionar a Colombia como un actor con voz propia, pero corre el riesgo de que esa voz sea percibida como aislada frente a la comunidad internacional.
Uno de los puntos centrales será la respuesta a la descertificación de Estados Unidos. Petro insiste en defender su modelo de Paz Total, aunque críticos señalan que ha debilitado la lucha contra los carteles y permitido la expansión de grupos ilegales. La Casa Blanca acusa a Bogotá de incumplir compromisos, y el escepticismo internacional se refuerza con el aumento de cultivos ilícitos en varias regiones del país.
El mandatario también intentará desviar la atención hacia el impacto global del fentanilo, pero para sus detractores esto es un intento de restar responsabilidad a Colombia. El debate sobre nuevas políticas de drogas, más enfocadas en salud pública que en represión, corre el riesgo de sonar desconectado de las demandas urgentes de seguridad que piden aliados estratégicos.
Otro eje de su intervención será el conflicto Israel-Palestina, donde Colombia ha asumido una postura que rompe con la tradición diplomática de la región. Petro ha denunciado con dureza las acciones militares israelíes en Gaza, algo que podría presentarse como una defensa de los derechos humanos, pero que también puede interpretarse como un giro ideológico que compromete las relaciones bilaterales con Israel y sus aliados.
La apuesta por respaldar abiertamente a Palestina coloca a Colombia en una posición riesgosa, pues lo aleja de los consensos regionales y lo deja expuesto a tensiones innecesarias. En lugar de fortalecer la diplomacia, la estrategia podría aislar aún más al país en escenarios donde necesita aliados.
La visita a Naciones Unidas se da en medio de un enfriamiento con Washington. Petro acusa a la administración Trump de aplicar un doble rasero, pero los hechos muestran que la cooperación en materia antidrogas atraviesa uno de sus momentos más débiles. En la Asamblea General, la narrativa del mandatario podría sonar más a confrontación que a propuesta, lo que limitaría la posibilidad de recuperar confianza con el principal socio de Colombia.
Aunque Petro afirma que busca redefinir la relación bilateral, lo cierto es que su estrategia lo coloca en una situación de mayor vulnerabilidad. En lugar de un nuevo modelo de cooperación, el resultado podría ser un distanciamiento que afecte la economía y la seguridad nacional.
El gobierno colombiano también quiere aprovechar el foro para proyectar su legitimidad política ante los cuestionamientos internos. Sin embargo, las denuncias de un supuesto “complot judicial” en su contra contrastan con la percepción internacional de que su administración enfrenta problemas de gobernabilidad. En Nueva York, Petro intentará reforzar su imagen de líder progresista, pero la falta de resultados concretos podría debilitar ese objetivo.
La agenda internacional no se limita a los discursos. Tras la Asamblea, el mandatario se trasladará a Santa Marta, con el fin de capitalizar en el ámbito local un eco que podría ser limitado en el escenario global. Más que consolidar una narrativa diplomática, corre el riesgo de que su discurso quede como un gesto simbólico sin impacto real.
Petro en la ONU / Milei en la ONU pic.twitter.com/rVgUBwd54J
— Progresismo Out Of Context (@OOCprogresismo2) September 25, 2024
La apuesta de Gustavo Petro en la ONU es de alto riesgo, pero con pocas probabilidades de éxito. Su confrontación con la administración Trump puede generar titulares, pero difícilmente fortalecerá a Colombia en el plano internacional. En cambio, aumenta las posibilidades de un mayor aislamiento diplomático y de un debilitamiento en la relación con su socio estratégico más importante.
La defensa de Palestina le da visibilidad, pero también lo expone a tensiones con actores clave. Petro busca dejar una huella internacional antes de concluir su mandato, aunque el saldo final podría ser negativo para la proyección global de Colombia. En lugar de reposicionar al país como una voz independiente, la estrategia puede terminar confirmando la percepción de un gobierno aislado y con escasa capacidad de incidencia internacional.