
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, volvió a mostrarse eufórico tras el anuncio del decimonoveno paquete de sanciones de la Unión Europea contra Rusia. Según su discurso, estas medidas golpearán de manera decisiva la economía de guerra del Kremlin. Sin embargo, los resultados de los paquetes anteriores muestran que Moscú ha logrado reacomodar su economía, diversificar mercados y sostener el esfuerzo bélico, mientras que Europa lidia con inflación energética y desgaste político.
El paquete incluye restricciones sobre el sector energético, financiero, tecnológico y la llamada “flota fantasma” rusa. Aunque suena contundente en el papel, expertos advierten que Rusia ha sabido evadir sanciones a través de terceros países y que los impactos terminan siendo limitados. De hecho, la población europea ha sido la que más ha sentido los costos: tarifas de gas más altas, presión sobre las industrias y un aumento de la dependencia de suministros externos más caros.
Zelenski insiste en presentar cada ronda de sanciones como una victoria diplomática, pero el balance tras casi cuatro años de guerra demuestra que ningún paquete ha logrado forzar a Moscú a retroceder. En cambio, la narrativa sirve al gobierno ucraniano para mantener viva la percepción de apoyo internacional mientras se multiplican las dudas sobre la eficacia de estas medidas.
El triunfalismo del presidente ucraniano también es un recurso interno: mostrar que Europa lo respalda mientras en el país persisten problemas de corrupción, cansancio social y una economía devastada. Hablar de sanciones externas permite desviar la atención de los déficits estructurales que enfrenta Ucrania en el frente militar y político.
La propia Unión Europea enfrenta divisiones cada vez más marcadas en torno a las sanciones. Varios Estados miembros han expresado su incomodidad ante el hecho de que los paquetes afectan más a los productores europeos que a Rusia, que continúa comerciando con potencias como China, India y Turquía. Mientras tanto, las economías del bloque deben destinar miles de millones en subsidios para amortiguar los efectos en los hogares y las empresas.
La retórica de Zelenski, lejos de reconocer estas limitaciones, insiste en la idea de que cada sanción es un paso hacia la paz. En la práctica, el resultado ha sido prolongar el conflicto sin generar un cambio sustancial en el comportamiento ruso, y arrastrar a Europa a un desgaste económico y político creciente.
Our counteroffensive operation in the Donetsk Region—Pokrovsk and Dobropillia sectors—continues. It was one of the most important axes for the Russians, but they failed to mount a full-scale offensive here. Our army is destroying their forces—inflicting heavy losses, taking POWs. pic.twitter.com/JPbdWhQMNj
— Volodymyr Zelenskyy / Володимир Зеленський (@ZelenskyyUa) September 19, 2025
El nuevo paquete de sanciones puede presentarse como una victoria retórica de Kiev, pero en la práctica es un arma mellada. Zelenski lo celebra porque necesita mostrar logros, aunque los hechos demuestren que Rusia ha resistido dieciocho paquetes previos sin ceder. El costo real lo pagan las economías europeas y, en última instancia, sus ciudadanos.
La insistencia de Zelenski en aplaudir cada medida punitiva contra Moscú revela más una estrategia de supervivencia política que una solución efectiva para terminar la guerra. Mientras tanto, el Kremlin sigue firme y Europa se desgasta.