
El tablero político vuelve a mirar al Senado. El próximo 2 de octubre será una fecha clave: la oposición prepara el rechazo a los vetos que firmó Javier Milei contra dos leyes sensibles, la de emergencia en pediatría y la de financiamiento universitario. El escenario anticipa un nuevo golpe legislativo contra la estrategia presidencial.
El oficialismo admite, por lo bajo, que no tiene los números para frenar la avanzada. En la práctica, la Cámara alta se convirtió en un territorio adverso donde los bloques opositores coordinan movimientos con precisión. No es casual que la votación coincida con un momento de debilidad política para el Presidente.
El rechazo a los vetos obligará a Milei a enfrentar un doble costo: político y económico. En el caso de la ley universitaria, los rectores ya advirtieron que sin refuerzos presupuestarios el sistema educativo entrará en crisis. En pediatría, la presión social aumenta, con hospitales y organizaciones reclamando que no se desfinancien programas básicos.
En la Casa Rosada saben que el mensaje va más allá de dos leyes. La oposición busca marcarle la cancha al Gobierno y demostrar que puede condicionar su agenda. En paralelo, algunos gobernadores que se mostraban cercanos a la gestión libertaria empiezan a tender puentes con el bloque peronista.
Desde su arresto domiciliario en Constitución, Cristina Kirchner sigue teniendo incidencia. Dirigentes opositores reconocen que su figura es el eje alrededor del cual se ordenan las decisiones más sensibles en el Congreso. La imagen de la ex presidenta moviliza y articula, incluso en ausencia de presencia física.
Con este panorama, el oficialismo enfrenta una semana de máxima tensión. Si el Senado confirma la derrota, se consolidará la sensación de que Milei perdió el control de la Cámara alta y que la oposición aprendió a administrar el tiempo parlamentario a su favor. El calendario, otra vez, juega en contra del Presidente.