
El 26 de octubre, los habitantes de Buenos Aires votarán por primera vez con Boleta Única Papel (BUP), un sistema que agrupa en una misma papeleta a los candidatos de las 15 fuerzas políticas que disputan 35 bancas de la Cámara de Diputados.
Este nuevo instrumento electoral reemplaza las boletas tradicionales: no habrá cortes, sobres, robo de boletas ni cuarto oscuro. La autoridad de mesa entregará una sola hoja, y los votantes deberán marcar su elección con una lapicera. La identificación visual —colores y símbolos— se vuelve clave, ya que solo los dos candidatos principales de cada lista aparecen con foto.
La Ley 27.781, que introdujo la BUP, anticipa cambios en la dinámica política de la provincia. Según el analista Pablo Salinas, “la BUP representa una revolución en la forma de concurrir a las urnas y puede generar demoras y confusión ante la poca difusión del sistema”. Salinas agrega que la campaña oficial para explicar el nuevo mecanismo comenzó muy tarde, apenas un mes atrás.
El extitular de la Dirección Nacional Electoral, Alejandro Tullio, asegura que en esta elección no habrá impacto en la conducta del elector, ya que solo se vota una categoría. Señala que el efecto “arrastre” se reducirá, y que los colores y símbolos tendrán mayor protagonismo que los nombres de los candidatos.
El proceso de votación es simple: tras presentar el DNI, la autoridad de mesa entrega la BUP y una lapicera. El elector marca una cruz o tilde en el casillero correspondiente y pliega la boleta antes de depositarla en la urna. El sistema permite cinco tipos de voto: afirmativo, nulo, blanco, recurrido o identidad impugnada.
A pesar de la simplificación, la función de los fiscales sigue siendo clave. Deben velar por el correcto funcionamiento de la mesa, supervisar el certificado de escrutinio y denunciar irregularidades. Salinas enfatiza que “el fin del robo de boletas no elimina la necesidad de un control riguroso por parte de los fiscales”.
Los beneficios de la BUP incluyen mayor visibilidad de partidos minoritarios y reducción de logísticas complejas, mientras que los perjuicios recaen en agrupaciones que no puedan garantizar un buen operativo de fiscalización. Las provincias que aplican la BUP con múltiples categorías, como Salta, Neuquén, Río Negro o CABA, muestran que la política y la campaña siguen determinando el resultado más que la mecánica de votación.