
El Gobierno dispuso que los feriados que caigan sábado o domingo se trasladen al viernes anterior o al lunes siguiente. La medida busca impulsar el turismo, pero también abre debates sobre sus costos y contradicciones.
El presidente Javier Milei firmó el Decreto 614/2025 que habilita a la Jefatura de Gabinete a definir el traslado de feriados nacionales cuando coincidan con fines de semana. La decisión implica que esas fechas se correrán para generar fines de semana largos, con la promesa de alentar la actividad turística y dinamizar economías regionales.
El cambio tendrá impacto inmediato. Por ejemplo, el feriado del 12 de octubre (Día del Respeto a la Diversidad Cultural) se trasladará al viernes 10, mientras que en noviembre se configurará un “finde XXL” con cuatro días seguidos gracias al corrimiento del Día de la Soberanía Nacional (del jueves 20 al lunes 24) que se sumará al feriado turístico del viernes 21.
La medida contrasta con las críticas que el propio Milei había realizado en campaña, cuando cuestionaba la “excesiva cantidad de feriados” como un obstáculo para la productividad. Sin embargo, la presión de los sectores turísticos y gastronómicos -fuertemente golpeados por la caída del consumo- habría sido clave para este cambio de estrategia.
En ese marco, el Gobierno se apoya en un discurso pragmático: “los fines de semana largos son motor de consumo interno”. El trasfondo político, sin embargo, no pasa desapercibido: Milei apuesta a un gesto de cercanía social en un contexto donde sus políticas de ajuste generaron costos visibles en el bolsillo de los trabajadores y las pymes.